jueves, junio 21, 2007

Cúi

Era invierno cuando todo empezó. Y reconozco que mi primera reacción fue helada, cruda, hiriente, arrancalágrimas.
Eso cambió de manera gradual, pero sin caer demasiado en la cuenta, hasta apenitas entrado el otoño…
Y la buena fortuna le regaló nacer en día capicúa. Y machito…, luego de mamá con dos hermanas mujeres. Y ahí si empezó a gestarse el cambio en mí.
Agustín…
Revolución, desorden de dos años, gritos que son un cántico, una paciencia que desconozco sale de mi corazón de tía babosa que ya tiene amortizada la cámara digital autoregalada hace menos de seis meses, porque el cincuenta por ciento de las fotos en su haber son del «principito» al que no se le puede negar con nada de autoridad cuando dice “Cuí foto foto”. Y me derrito cuando me dice «tía», o «te quiero mucho», o «te amo», o viene y me despierta, o me llama a comer, y casi, casi saco la cámara en el medio del subte cuando lo vi, mezcla de atónito y de «me hago el desentendido», ante un clownmimoactorcallejero… mientras ponía su primer monedita en la gorra-media.
Desde abril de 2005 soy menos egoísta…





El reparador de sueños. Silvio Rodriguez.

jueves, junio 07, 2007

Presidenta por un día...

Hay posturas muy opuestas en torno a los géneros en los cargos públicos...

Pero eso no importa... Mi nueva vida se plantificó en mi propia cara el domingo pasado, haciéndose la muy graciosa –hoy se cumple una semana que dejé mi viejo trabajo, mi vieja rutina..., pero no tengo que distraerme del motivo de esta entrada...., últimamente son más ausencias..., suspiro y sigo–, y el sábado a la mañana, mi vieja me señaló el desprolijo papel que acá adjunto para anunciarme lo que no quería escuchar: había sido democráticamente designada como suplente de mesa en las elecciones para elegir el polémico gobernador de la ciudad... Inmediatamente se disipó el sueño de dormir a pierna suelta el domingo, y empecé a planificar, en mi loca mollera, un viaje para octubre...

Y de todas las anécdotas posibles, me sucedieron todas...: acompañar al cuarto oscuro a una señora casi no vidente, bajar la urna para que vote una persona con inmovilidad física, subir el tono con varias personas, sufrir la amenaza de que la mesa iba a ser impugnada si no me apuraba, y hasta ser cola de perro y quedar con un par de policías, de la prefectura y el señor del correo. El saldo: desear que ganara alguien para no volver el 24..., un estado de stress, hambre y sueño comparables a las Peregrinaciones a pie a Luján, y una compensación de un billete, que espero poder cobrar mañana, sin ningún tipo de problemas...

Todavía queda el 24, ahora sólo rezo para que gane el menos pior, deseando que el ballotage le importe un pito a todo el mundo –así no termino en tal estado de decrepitud–, trato de recordarme que debo llevar una vianda, y cruzando los dedos para que no haya más sorpresas...

¡Ah! Porque la responsable de la mesa no fue, y yo tuve que asumir la presidencia...





De onda. La bersuit.