Estaba acuclillada en el suelo, tenía el pelo revuelto, y los ojos hinchados, la boca reseca, y las manos sin nada. Solo con las uñas pintadas furiosamente de borravino. «Una dark» oyó al recordar.
Silenció su sola presencia y comenzó el exorcismo.
Mientras sus piernas casi transparentes patinaban sobre el piso lustroso, vacío y frío, intentó, entre tambaleo y tambaleo, ponerse de pie.
Fue a la cocina. Y nada.
Fue al baño. Y nada.
Había comenzado ese ritual, casi necesario, de la inestabilidad emocional, de la vacua herida que parece que jamás va a cerrarse, o a secarse. Y de eso tenía miedo, de secarse. Miedo al absurdo sentimiento de dejar de ser ella, para ser más ella que nunca. Pero todavía no lo sabía.
Se miró las uñas de los pies, y le surgió una mueca mezcla de risa, extrañeza y paradoja. Sus uñas borravino se habían saltado un poco. «Ese es el problema de usar sandalias».
Y agarró la caja naranja: y fue metiendo ahí, uno a uno, los recuerdos, las lágrimas, las frustraciones, los reclamos innecesarios, la infinidad de veces que desoyó los «basta», los gritos silenciados –y los malditamente expresados–. Dejó todo ahí, no solo para que el dolor se borrara, sino para que fueran desterrados de su vida, para que estuvieran al alcance de sus manos borravino (que irremediablemente no combinaban en absoluto con el naranja de la caja) cuando fuera a flaquear por los mismos motivos, y recordara qué errores no debía cometer nuevamente.
Le puso la tapa a la caja. Se levantó de golpe. Y se puso en movimiento.
* concierto para cuerdas y clavicordio.
Silenció su sola presencia y comenzó el exorcismo.
Mientras sus piernas casi transparentes patinaban sobre el piso lustroso, vacío y frío, intentó, entre tambaleo y tambaleo, ponerse de pie.
Fue a la cocina. Y nada.
Fue al baño. Y nada.
Había comenzado ese ritual, casi necesario, de la inestabilidad emocional, de la vacua herida que parece que jamás va a cerrarse, o a secarse. Y de eso tenía miedo, de secarse. Miedo al absurdo sentimiento de dejar de ser ella, para ser más ella que nunca. Pero todavía no lo sabía.
Se miró las uñas de los pies, y le surgió una mueca mezcla de risa, extrañeza y paradoja. Sus uñas borravino se habían saltado un poco. «Ese es el problema de usar sandalias».
Y agarró la caja naranja: y fue metiendo ahí, uno a uno, los recuerdos, las lágrimas, las frustraciones, los reclamos innecesarios, la infinidad de veces que desoyó los «basta», los gritos silenciados –y los malditamente expresados–. Dejó todo ahí, no solo para que el dolor se borrara, sino para que fueran desterrados de su vida, para que estuvieran al alcance de sus manos borravino (que irremediablemente no combinaban en absoluto con el naranja de la caja) cuando fuera a flaquear por los mismos motivos, y recordara qué errores no debía cometer nuevamente.
Le puso la tapa a la caja. Se levantó de golpe. Y se puso en movimiento.
* concierto para cuerdas y clavicordio.
Rather dance with you. King of convenience
Su ella de la caja naranja y mi Anahí (http://sortilegioscriminales.blogspot.com/2006/11/anahi-seccion-cuentos.html) podrían juntarse a charlar ;)
ResponderBorrarMe encantó amiga!
Disculpe la extension de el http pero no sé como poner links :P
La tecnología no es lo mio!!
pd: PRI!!!!!
ResponderBorrarque alegrón volver a leer sus cuentos aquí!!!!
ResponderBorrarme encanta!!!!
Val:
ResponderBorrarNiña..., su presencia en esta casa es aire fresco siempre..., y por la tecnología y por el viernes no se preocupe... Suelen pasar ambas cosas... Igual, tengo la confianza de que usted está más allá del bien y del mal...
Gracias por pasar y suerte el finde ;)
Besos:
Ju
Gaby:
ResponderBorrarGracias infinitas por todo..., tus palabras siempre me dejan a flor de piel..., igual que tus consejos...
Abrazos desde el más acá ;)
Ju
Los mejores parrafos que he llegado a leer en los ultimos tiempo...
ResponderBorrarSaludos, sis!
Om Sai Ram
Lindo, lindo, lindo.
ResponderBorrarAhora podés ser literalítico...
(y dedicarme un post..) ;)
besos y Om sai ram, bro...:
Ju
la descripción es tan exacta que es como si la viera con su caja naranja y sus uñas borravino...
ResponderBorrarsimplemente genial.
beso
Mijal:
ResponderBorrarLa verdad es que me sorprende la repercusión que tuvo este post, que más que un microrrelato era una sublimación...
Te espero, aquí, siempre...
Besos de chicles:
Ju
que bueno que está- Me encantó
ResponderBorrarAlejandro:
ResponderBorrarDicen que las vivencias y los momentos tristes generan buena poesía, no lo sé; pero lo que sí sé, es que a muchos les gustó este texto que, claramente, tiene mucho que ver conmigo...
Pasá cuando quieras, yo ya te visité y fue muy gratificante lo que encontré.
Besos de burbujitas:
Ju
quiero compartir con ustedes este fragmento de Sándor Márai, en la mujer justa: "hay instantes en la vida en que lo ves todo claro, con absoluta lucidez: vuelves a descubrir energía y posibilidades escondidas y comprendes por qué has sida tan cobarde o tan débil. Esos momentos constituyen momentos de inflexión en la vida. Llegan sin avisar, como la muerte o la conversión". Gracias juli, lo difruté mucho.
ResponderBorrarGracias querida amiga, no solo por detenerte a leerme, sino por comentar y tomarte el trabajo de compartir algo como esto.
ResponderBorrarEspero que vuelvas, y más aún, que nos veamos personalmente...
muchos besos:
Ju