jueves, noviembre 22, 2007

Foto

Es blanca con pecas. Su piel es cremosa, en algunos lados, casi azulada por sus venas violetas y marcadas.
Gusta de mirar –y admirar– sus pies pequeños. Su debilidad: sus raíces que muchas veces se llenan de ampollas y le duelen en su más amplio sentido léxico. Campo léxico. Campo semántico.
Tiene ciclos con sus manos voladoras: por momentos se come las uñas, y por momentos, no.
Ojos miopes: dos, celestes y color del tiempo. Para cierta persona, verdes.

Ama de igual forma, amar a la gente; abrazar a los que ama; llorar por pavadas, sonreír por pavadas cuando viaja en colectivo; acumular libros; acunar –y acuñar– sueños que desea, alguna vez se cumplan.
Comienza a detestar el desorden; que le cueste madrugar; llegar tarde a citas importantes, o no; reclamar a los que ama; quejarse en constancia; la ropa acumulada sobre la silla; el desorden que la habita; esperar, esperar, esperar…

Su boca es de corazón. Y alguna vez la llamaron Barbie.

Es afinada como una alondra y ama ser fotografiada. Su posición ideal es la horizontal.

No le gusta la gelatina, pero come mondongo.

Le teme a la muerte, a las ausencias y al dolor.

No usa tacos, salvo que la obligación se lo exija –y eso sucede cada vez menos–.

Ama los regalos, sobre todo, hacerlos.

Le gusta el agua, sumergirse, imbuirse en estados de flote. No teme arrugarse.

Tiene tendencia a la melancolía, a aburrirse, a la ciclotimia, a la curiosidad, a la inseguridad con una dosis de celos.

Tiene facilidad para la escritura y la escucha (ni hablar del habla…).

Carece de talento para los deportes, para tener animales y para no salirse de sus casillas.

Saborea con fruición el vino tinto, y los sabores perfumados. Le desagradan las verduras amargas.

Se entusiasma de manera adorable. Es pequeña, abrazable (¿maleable?).


Gusta de acurrucarse y dormir.


Pasa. Pedro Guerra

viernes, noviembre 16, 2007

Atravesados por la pasión

Hay cosas que pasan, que irremediablemente te cambian. Hay personas que pasan, que irremediablemente te desenfocan la sintonía.
La cabeza muta, y la piel se te descama sin darte cuenta. Y de repente estás ahí, en ese mismo lugar, y sos otro, u otra…
Pero algo pasó, y la mentalidad, la ideología que te guiaba por años, es otra, vos sos otro.
Y no sabés cómo, ni por qué fue.

Hace algún tiempo que me pasa eso, que no identifico cuáles son mis movimientos, y, sin embargo, sigo siendo yo, pero teletransportada a una realidad y a una historia que creí nunca iba a llegar –o al menos, no tan pronto–.

Cuando comenzó este año del chancho, me fui a Bariloche, y le dije a mi hermana que de la escribanía me quería ir sí o sí.
Y un poco generado por mí, y otro poco por los hilos de mi pasión interna por vivir la vida como yo quería, me animé, y a poco menos de seis meses, mi realidad laboral es otra.
Hace unos años que me siento desnuda de varias capas de mi cebolla, que sin estar a flor de piel, encuentro una Julieta que empieza a saber qué quiere, y hacia dónde va.

Entre la semana que pasó y esta, me pasaron cosas que hicieron que sintiera que, en algún punto, estaba haciendo las cosas bien: un par de autores cuyos libros estoy editando, me agradecieron el laburo y la dedicación; un amigo-conocido, que hacía tiempo no veía, me invitó a compartir su propia creación, su propia realidad atravesada por la pasión…, y eso me llamó a la reflexión y a la conclusión de que, en realidad, cuando la pasión te atraviesa las cosas se dan irremediablemente…

Y te encontrás ahí, siendo otra, u otro…, pero siendo, siempre, vos, en otro lugar, y en otra instancia, pero vos…
Y te volvés a encontrar…