jueves, julio 20, 2006

Apunte: de golpe y porrazo

El chico de la librería (the second’s)



Hoy me desperté con un pinchazo en la garganta –creo que estoy incubando una angina pultácea– y con un humor digno de una mala onda como debe ser…; o sea que, a pesar del café con leche y las galletitas media tarde y la ducha matinal habitual, todo parecía presagiar que el estado sería irreversible…

Leí a Hernán, y cuando llegué a la esquina de mi trabajo, vi que el vendedor de flores acomodaba unos ramilletes de calas sobre su regazo, y pensé para mí: Están velando a mi vicio, a mi abstinencia nicotínica… (porque yo también estoy dejando de fumar). (Señal de alerta 1.)

Como estaba de un ánimo irascible, cuando a media mañana, en mi trabajo, me anunciaron que tendría que salir a la calle a hacer un par de tramites, puedo asegurar que con mi barbilla podría haberle pasado un trapo al piso de la escribanía, sólo que como tiene moquette, lo hacía aún más frustrante…

Luego de almorzar –enhorabuena: ¡en casa!– salí a encontrarme con la burocracia del microcentro, y mientras caminaba por Avenida de Mayo, me distraje por un lugar que llamó mi atención: “Paseo de la Resistencia” (citaba el cartel a la entrada). El nombre, más allá de que tiene que ver mucho con mi historia y con mi estado actual, me disparó a pensar sobre algunas cuestiones, y me prometí resistir a las garras del tiempo y volver a ir por allí, a la mayor brevedad posible. (Porrazo 1.)

Caminé por el Pasaje Carabelas, y me sorprendió la densidad poblacional de motos y autos –estos últimos parecían adolecer de sentido de pertenencia–. (Anecdotario 1.)

Bajé por la avenida Corrientes, y como no podía ser de otra forma, un poco por sentido histéricouterinofemino –lo reconozco, mordiéndome el labio inferior, encogiendo hombros, con cierto pudor y nada fingida vergüenza–, y otro poco por curiosidad real, me detuve en la vidriera derecha de mi librería de cabecera, y encontré con la mirada un cedé que me interesaba. Dudé unas minimilésimas de segundo, y entré. Fui directo al mostrador, no sin dejar de mirar de reojo, con la vista entornada, para comprobar que él estaba. Pocos minutos estuve allí, pero como sucede siempre que uno no lo espera, me encontré cruzando dos palabras con él, que me preguntó si había podido leer los libros (¡¡¡fui una sola vez, y hace un mes y medio!!! ), descubriendo que se llamaba Gabriel o Javier, y enterándome, finalmente, que ese día le dolía la cabeza. (Porrazo 2.)

Para finalizar, en las tres cuadras que restaban hasta mi lugar de trabajo, me topé con grandes carteles que anunciaban al Trío Fattoruso, y no pude más que sonreír pensando en el tannat del otro lado del río ancho como mar… (Anecdotario 3.)

Así se transformó un día extraño, de una semana aún más extraña, con gente a la que fácilmente voy a poder decirle que no –ardua faena para mí–, que va a estar coronada por amigos hacia el fin de semana, y a la que voy a forzar a llenar de estudio en algún momento, para rendir el jueves próximo. Pero lo más maravilloso, es que tuve que convencerme, forzosamente, de que es verdad que las cosas vienen cuando no hay intervención de la expectativa. Y son así, de golpe y porrazo.

sábado, julio 15, 2006

Hoy soy Enriqueta...






... y los que me conocen bien, saben por qué ...

martes, julio 11, 2006

Abúlica

A veces creo que puedo –y debo– escribir todo lo que me pasa, y en otros momentos quiero devenir en ostra... No quiero exponerme más, no quiero que mi cabeza se desordene, quiero hallar el eje que me ate los pies a la tierra (¿o Tierra?), asirme a la ley de Gravedad –grave, grave–, quiero ser invisible para todos –mentira–, o al menos para todos aquellos –buenos y no tanto, malos y no tanto– que se encuentran conmigo en el preciso rincón de mi flaqueza, que perciben mi miseria, y tal vez, sin intención alguna, se radiquen allí para hacer morada, y eso es peor...
No soy infeliz, lo sé; lo que es certero es el acto mismo de la dimisión a mí misma, a mi gobierno, coyuntura, ese es mi error... Quiero dar vuelta la cara, y la página de este libro, no, no, mejor arrancarla, y que ni siquiera quede el pegote de la encuadernación –la mía– a mi columna –incólume–, arrancar los hilos... Soy una vertebrada superior, pero en estado de invertebrado –ameba, paramecio–, con vacío en el cuenco de los ojos, en el esternón latiente, y por supuesto, en mi ser femíneo. Y allí caigo, intentando saciar un hambre que no le corresponde a ese abonado en servicio (o porque no figura en guía, o porque no es el indicado, o porque se le cayó su paracaídas en territorio y tiempo equivocados, y en mi afán de rescate, tomo la mano incorrecta, en territorio y tiempo equivocados, para otra vez fracasar en el intento, y confundir enamoramiento con hipnosis...)

No más envenenamiento a gotas, en dosis ínfimas –pero sentidas–, de monitor, de rayos que me enceguezcan, de nicotina que se coma pantagruélicamente mis pulmones, mis alvéolos, mis pleuras; de imaginarios nadacolectivos –propios, bien propios– que no sean más que eso: un angustioso teatro de sombras, figuras borrosas –nunca reales–, realidad virtual –ese oxímoron que hoy mencionaste–.
Dejo la inercia, la impavidez para más tarde, para cuando no haya urgencia –como ahora– (¿existe ese tiempo?), es preciso caminar en este instante, no puedo detener la marcha ahora. No quiero deshilacharme en prepotencias, en miedo a la muerte por no haber dejado siembra ni cosecha.

Es harto necesario caminar, y aunque cueste, lo deseo. No más revoluciones sin sentido, pero si batallas contra la modorra de la ceguera, contra la obnubilación de lo ficticio, contra la idealización de lo absurdo: no soy un personaje de historieta –ni mucho menos, ni mucho más–, soy de carne y hueso, y tengo sangre por mis venas, y el segundero del reloj sigue girando…

lunes, julio 10, 2006

No 3D

Necesito nadar desnuda:
esa sensación amniótica
de impoluta psique
de no corrupción
de pensamientos blancos

Ahorcado:
y las vocales están
, faltan las variables consonantes
de mis palabrasverbosnoconjugados

Tocar fondo
mis pies blancos
–frío mármol–
rozando la inquina

enredo de tajos de carne
malvenida
llovida de dulce dolor
de inquietud
de no expectativa
de forzar la voluntad
–poco voluptuosa–
, poco importa ya mi cuerpo
sólo me exime ser alguien probo
dar vueltas y vueltas, mirando el cielo
como cuando niña
hasta marear me
tirada en el piso
con los ojos cerrados
y que dé vueltas tu cabeza
en el estómago

Yo seré quien soy
: desnuda
amniótica
ecuánimemente silenciosa
sin asco
brillante
sugestiva
y todo todo todo
ni nada

pero
animada