sábado, noviembre 27, 2010

Aquí cerca

Se viene un post, mientras les dejo una musiquita...


Vai menina amanha de manha. Tom Zé

miércoles, octubre 13, 2010

No quiero ser un pájaro marrón

Morir agazapada en un sillón
vivir bajo los efluvios de tus condenas
No quiero ser un pájaro marrón.

Mi alma de haiku
pequeña y breve
alma de haiku
que no tiene síntesis
pero petende ser sentida
no quiere ser un pájaro marrón.

No quiero grises
ni colores neutros
si nada en mí
se comporta asceta
si los margenes
caducan
–no existen–
si soy extrema

No quiero ser un pájaro marrón


Los pájaros perdidos. Julia Zenko

viernes, octubre 08, 2010

Calesita

Quiero dar vueltas y vueltas, y esto excede el hecho de que sea viernes. Quiero ser la protagonista de un videoclip de Regina Spektor, y que haya sol de fondo y mariposas y yo con un vestido blanco...
Y asumo mis clichés y me río en su propia cara. Esta soy yo.
Qué lindo girar y girar con esa despreocupada sensación de infancia, atemporal...
Otra vez las ganas de "mis" proyectos, de abastecer mis necesidades con otra mirada y madurez.
Luminosa luciérnaga soy. (Y me rigen los L, y a la vez soy yo solita quien camina.)
Correr y caminar, y estirar los brazos, y escribir lo que quiero, y asir un eje imaginario, que no importe su orientación, total es solo mío. Mis chakras, mis centros de luz alertas.
¡Qué felicidad!
Y giro, y giro..


Better.Regina Spektor

martes, octubre 05, 2010

En-amor

Hoy quiero hablarte desde mis visceras más viscerales.
Estoy teniendo días excesivamente largos, pero que se me hacen extremadamente cortos (¿por qué los superlativos tienen 'x'), tengo nervios, miedos, malos humores más de lo habitual, berrinches, caprichos que hacen que cualquiera que se me cruce, prefiera "cruzar" a la vereda de enfrente.
Tengo dudas de todo, de mí y de todos.
Escribo cosas tediosas, me quejo de los escritos tediosos que tengo que corregir, y fundamentalmente siento que me estoy perdiendo de disfrutar muchas cosas.
Pero hay una que no quiero, especialmente, dejar que se me pase de largo.
Hoy fuimos a ver casas.
Eso significa que llegaste.
Alguien me ama solo a mí. Vos.
Me elegiste, me elegís.
Por primera vez vas a tener tu casa fuera del ala paterna. Y querés que sea conmigo.
Gracias.
Porque yo soy porque vos sos.



When I fall in love. Nat King Cole & Natalie Cole





jueves, septiembre 30, 2010

Yo 2.0

El placer del texto es ese momento en que mi cuerpo comienza a seguir sus propias ideas –pues mi cuerpo no tiene las mismas ideas que yo–.

El placer del texto. Roland Barthes



¿Hasta cuándo mi cabeza se apoderará de mí, de mi boca, de mi cuerpo, de mis humedades y mis manos?
¿Cuándo dejará de invadir mis pensamientos, traspasar mis discursividades y arrasar mi lengua para vomitar palabras innecesarias?
¿Qué ocasionará la vibración extrema de mis visceras que no se calman siquiera con los miércoles blancos y rojos, y solo puedan descansar bajo los influjos de las yemas de mis dedos?
¿Por qué el estremecimiento y mi piel alerta, que me hacen arquear como un violín?
¿Cuál será la receta para el silencio, para resguardar y proteger mi intimidad más preciada?
¿Cuál?


Time of your life. Green day

jueves, septiembre 02, 2010

Canción naranja para día de lluvia



“Alpiste” dijiste

Y yo me escondí.

Pegoteamos la boca en un beso

Y el gato bostezó en su sillón.

Los cachetes se erizaron con la carcajada que me gusta.

Y qué sí

Y que no, pará.

Cosquillas van, cosquillas vienen

Ahora me acordé, queda un chupetín en mi mochila celeste.


Y acá les dejo una yapa de una participación que hice en mini sagas.




Hoppípolla. Sigur Rós




martes, agosto 24, 2010

Y @tuty512 tenía razón...

Me desperté como quién no quiere la cosa, pero el clima pre, intro y post ducha me salpicaron de una onda que sacudieron el miedo de la vispera.
Cierta osadía me abrazó (¿o me abrasó? con esto del calentamiento global...). El colectivo se me fue, una vez más, pero a pesar del miedo de la vispera, cierta tranquilidad se apoderó de mí.
La jornada laboral transcurrió como si nada, pero @tuty512 ya me lo había advertido, había sensación de rareza en el ambiente. Y no le hice caso.
Me vine a casa, avance. Rutina, rutina, ocr, escaneos, bajar manual de un programa, más rutina, más ocr y correciones. La compu colgada, también parte de la rutina...
Y nada sorpresivo...

... hasta hace un rato...

A través de la pantallita del msn, como si fuera una pavada, me enteré de algo que, en cierta manera, es trascendental.

No hay queja, ni interrogante más que..., ¿qué está pasando dentro de vos?


Never be lonely. The feeling.










(Gracias a D corrector por la musicalización de este post. ;))

lunes, julio 12, 2010

El kiosco

Nunca fui al kiosco, a ese kiosco donde probaban las últimas golosinas que habían salido, en el que espiaban las curvilíneas pantorrillas de las transeúntes que caminaban por el andén.
Ese espacio que era más que un kiosco, sacrosanto ámbito en el cual, de palabra, se hicieron hombres, reducto de confidencias (¿y de confinamiento?), de tardes y tardes de vagancia, de paso, de compañía, escape certero para huir de casa, del tedio, usina de películas absurdas, de cuadernos ilustrados, de sonrisas y, estoy segura, de lágrimas alguna vez.
Sin embargo, y a pesar de las fotos, de imaginarlo una y mil veces, nunca lo ví abierto, nunca estuve allí.

Y hoy, en ese arrebato que genera la nostalgia me pregunté si aún estará abierto, o si sólo estará habitado por los chicos que fueron, por los hombres que imaginaron ser...


* * *


En el tiempo en el que viví sola –o no tanto– todavía era posible correr de noche al kiosco de la esquina.
Recuerdo haber querido comprar un rollo de papel higiénico, de madrugada, un fin de semana, y como al buen hombre no le quedaba más, me dio el que tenía en su trastienda.
Me acuerdo de las golosinas –las pocas que compraba en esa época–, de los desesperados atados que compraba cuando fumaba y llovía, cuando fumaba y estudiaba, cuando fumaba y compraba...
Ese kiosco resistió mi mudanza (y los cuatro años que viví allí). Hace poco volví a transitar delante suyo una vez por semana, y hace un par de miércoles descubrí que el kiosquero amigo seguía allí. Él no me reconoció, pero a mí se me emocionó el alma.


* * *
Cuando te conocí iba a tu casa en otro colectivo, e, incluso, volvíamos en otro colectivo (o tomabamos el que tomamos hoy, pero en otra parada). Cuando empecé a quedarme a dormir en tu casa, y quedarme hasta los lunes por la mañana, juntando modorra y algo de ganas de ir a trabajar, era cita obligada comprar algo en el kiosco, más para conseguir cambio que por necesidad de algo.
Eso duró bastante. Incluso, sucedió que cambié de colectivo, y el kiosco, de dueño.
Hace un tiempo, este año casi con certeza, cerró su ventanuco. Y yo nunca compré nada allí.




Demasiado. Lisandro Aristimuño



martes, abril 27, 2010

Luz divina

Cecilia tenía el pelo castaño y la voz insoportablemente chirriante, de esas que te taladran los oídos y la cabeza y deseas que se silencie... Cecilia tenía flequillo y una mirada que derretía cualquier témpano, al punto que no querías más que acurrucarte en su abrazo. Sí, era eso, Cecilia era un oxímoron. O es.
No supe más nada de ella, lo que sí recuerdo fueron la primera y la última vez que la vi.
La última vez, estaba con su habitual calidez y Juan charlando como si no hiciera frío y fuera de noche con un hombre de la calle. Era tarde y no me detuve a indagar al respecto, pero Cecilia no tenía prisa y supe que entendía el sentido del agua, del aire, del sol. En fin, de la vida.
La primera vez, era pura sonrisa. No recuerdo cómo fue ni acerca de qué comenzamos a charlar, pero al instante estabamos esperando a la profesora entre mate y mate riéndonos a carcajadas. Nunca fuimos amigos en el estricto sentido de la palabra, pero siempre hubo un cálidez implicita, ella era la hermana que yo nunca tuve, y yo, su hermano.
No sé por qué, pero una mezcla de horarios complicados en la facu, mis horarios de canillita que me impedían ciertas salidas de fines de semana «porque tengo que abrir el kiosco» hicieron que dejaramos de frecuentarnos y a nuestros contactos-nexos en común.
La última vez que la vi no quise interrumpirla, pero supe, definitivamente, que comprendía el sentido del agua, del sol, del aire. En fin, de la vida...

Luz divina.Lisandro Aristimuño

jueves, abril 22, 2010

Entre la ética y la estética

Creo que me falta mucho que aprender, incluso mucho más que a escribir con más de cuatro dedos...
Preguntas y preguntas que rondan mi cerebro, cerebelo y bulbo (¿se nota que mamá es profesora de Biología?), pero las respuestas no llegan... No hay angustias generadas, ni de-generadas, más bien un inquietante por qué, que está tornandose más en un para qué, al que no sé responder.
La mejor respuesta sería intentar o, aunque más no sea, esbozar un cómo...
De cualquier manera, hay un placer para nada sucio (¿quién dijo que los placeres tuvieran que relacionarse con algo tan feo como la suciedad?) en estas preguntas, hay un disurrir gozoso que no me hace temer a la pérdida del tiempo, sino más bien me genera una sensación de desafío, de un «llame ya» sin compromiso, sin culpa.
Mientras tanto, disfruto del devenir, del hacer, del dejar que las palabras se desgranen sin apuro hacia vaya cualquiera a saber dónde van a parar: soltarlas, dejarlas ir para que encuentren su camino, su destino.
Como yo...




Libertango. Versión de Esteban Morgado

miércoles, marzo 24, 2010

24-3

En otros países está el 11-3, el 11-9, y nosotros, lamentablemente contamos con el 24-3. No creo que haya comparación entre estos hechos, ni mucho menos demasiadas palabras que agregar.
Yo brego por la libertad de expresión, pero fundamentalmente por la libertad de pensamiento, y en estos días más que nunca, solo vi que lo que lo que importa, en pos de defender lo que uno cree como correcto, es desacreditar la opinión del oponente; con esto, no llamo a bajar la cabeza, ni a tomar con ligereza estas cuestiones serias, sino, por el contrario, ser consciente y responsable a la hora de opinar, infomándonos, leyendo, manifestandonos a conciencia y con conciencia, pero, por sobre todo, teniendo el bien común como meta, como horizonte.
No vale nada en lo absoluto pensar desde la individualidad, desde el egoísmo: las verdaderas revoluciones se gestan desde donde hay más de uno, se construyen a partir de sacarnos el traje del «yo», para subirnos al colectivo del «nosotros». Cuando entendamos esto, cuando comprendamos y asumamos que así se debe caminar, tal vez, así podamos salir adelante...
Quiero creer en una Justicia de verdad, solidaria, reflexiva, que actúa con equidad, mientras tanto, soy una utópica...




Detrás del miedo. Laura Canoura

viernes, febrero 12, 2010

Cericet

Mi pecho expele fuego con lavas lágrimas
espero que laven mi alma

Sonoro carozo que retuerce mis entrañas
y carcome el pensamiento del ¡basta!

No más refugio en esta noche de vísceras de muerte
no más tu uña crispada para lastimar mi yo
que pareciera ¡uh! –otra vez– virgen.

No quiero tus destellos de plástico berreta
mintiendome con sorna.

Ya no más.



Chau, no va más. Julia Zenko

sábado, enero 09, 2010

Uno más sin título...

Me gusta pensarme como que soy mucho más que un título, un rotulo, un número, una partícula. Pero soy eso y más. Soy un nombre, un cerebro, miles de células, unos cuantos cromosomas –hoy no recuerdo cuántos son..., ni me importa...–cajas en mi cuarto, en el escritorio; una cartera y ropa que no te gusta, y el ímpetu porque me resbalen las cosas, y ganas de comprarme cajas de té, y de tomar una infusión cada noche –por deseo real y no por ningún otro llamamiento inconsciente (o sí, si es válido para mí)–.
Quiero volver a ser los papelitos de colores, y las ganas, y ver cumplirse mi graduación y mi proyecto, y solo la concreción de mis ganas y mi respeto, solo el mío.
Quiero coleccionar cuadernos, y lapices de colores y lapiceras de tinta.
Confieso firme, pero con cierto recelo y vergüenza, que espero que alguien se conmueva y lo entienda, como el Principito de Exupery.
No quiero más esperas, no quiero más desganos, ni peleas, ni miedos, quiero ser yo acá, y en las reuniones y con cada persona, le sirva o no, pero quiero hacerlo, me lo debo.
Y un puntapié he dado. Algunos lo ven. Los que no, se lo pierden.
No más hipocresía, no más una sopa agría, no más llanto contenido y resentimiento. De eso está lleno el mundo, y no quiero que se contamine el mío.
Me confieso romántica en la totalidad del término. Y va de vuelta, si sirve, sirve, sino, a seguir, siempre a seguir...
No más estoicismo, no más lugar de la resistencia en un espacio que no sé si comparto.
Me descubro, intacta en el sudor de mis cajas, en la incertidumbre que me da el cansancio del orden; pero es necesario.
Solo quiero sonreír, en el medio del escote del vestido violeta que me compré hoy, con cierta culpa que ya se disipó, pero que fue un mimo que yo necesitaba, y me lo dí, así, sin arrebato.
El mundo puede ser gloriosamente espantoso, o terriblemente maravilloso. Elijo el último oxímoron.
Tengo miedo a algunas cosas, pero ser yo es más fuerte que yo...


en letra chica: no era la idea de este texto, pero fluyó, mi cuerpo actuó, yo solo fui un instrumento...




Marcha de la bronca. Pedro y Pablo