...esos días en los que decís: «¿por qué no me quedé en casa?»? Hoy, es uno de esos. (Espero que a pesar de los guantes, de la cabra y de inglés, el cielo celeste lo compense...)
Más allá de mis aguamarinas por ojos y de mi boca corazón, estoy contenta –hoy–, porque ayer la doctora me felicitó por mi buena salud... Últimamente, nada ni nadie me quitan la sonrisa. Y saco fotos que me gustan...
Hace unos días que me pasan cosas lindas, sí, lo que le otorga a otras, no tan lindas, un poco más de color… Desde el lunes pasado –secuencia seminario-encuentrocontodoelmundo-cenaconluciano–, pasando por el martes a la mañana, con amanecer con mi adorado sobrino; el jueves, tranquilidad, recursada con pilas, reencuentro con Fer; el viernes, mensaje hiper dulce desde la Mesopotamia, gesto visual lindo, desafío docente, pérdida de plata (-0,50 ptos.), cena loca en lo de Marian; el sábado, desayuno con Gas, sol precioso, fotos en Parque Lezama, llamado de Sofi, pelea con Gas (-5 ptos.), llamado de Javi, almuerzo y siesta, salida reflexiva, tranquila y linda (con el último mencionado), para finalizar la semana, el domingo, con un cumple muy especial, en el que me sentí muy bien. Pasaron muchas otras cosas lindas, llamados lindos, el comienzo de un proyecto que me está inyectando de maravilla. Y todo eso, me hace pensar en todas aquellas personas que en lo que va del año, simplemente están lustrando el sol para que salga ante mí, todas las veces que sea posible. La semana anterior les dije que no andaba muy inspirada, pero al menos quería que supieran que estoy aprendiendo que cada pequeño gesto esconde un perfume y un sabor dulce si me permito saborearlo… (Ah, además, mi hermana consiguió laburo...)
La canción es para Gaby y Manu, especialmente (cada uno va a entender el motivo)
Tratar de hacer mil quinientas cosas –y que además salgan bien– es un privilegio de unos pocos… Sin embargo, hoy no voy a quejarme, por el contrario, voy a pedir disculpas (y fundamentalmente a mí), por no encontrar el momento más propicio para escribir algo lindo –y digno– en este espacio tan íntimo… Esto genera, un poco triste para mi almita, que las visitas habituales se dispersen, y sólo aparezcan peregrinos, que rara vez vuelven a morarme… Pero bueno, esto es así. Mi realidad hoy –redundancia, redundancia– es la de acomodar mis tiempos a mi trabajo nuevo, esa vocación que me está abriendo caminos inesperados, ideas, descubrir un mundo creativo –y de mil colores– dentro de mí. Hay un motorcito dentro mío que me impulsa a querer recorrer otros paisajes, a surcar otros cielos, a no cesar en la búsqueda, a idealizar sueños que no parezcan tan remotos. Y eso lleva energía, esfuerzo, desvelos, falta de tiempo o hasta a veces, vale decirlo, una mirada desviada hacia otro lado, porque la vida así lo amerita. Así es que esta es la excusa por la cual las actualizaciones son tan esporádicas, e incluso muchas veces, algo aguadas, sin poco color o contraste. Y los que me conocen, saben que soy muy pasional y que no me gusta hablar por hablar, ni hacer cosas sin brillo…, por eso les pido paciencia. Sigo acá, esperando sus visitas, sacándole las malezas al jardín, pero estas son mis excusas sí en la visita sólo encuentran un café fuerte, o un rico té, pero sin ninguna galletita dulce…