sábado, enero 09, 2010

Uno más sin título...

Me gusta pensarme como que soy mucho más que un título, un rotulo, un número, una partícula. Pero soy eso y más. Soy un nombre, un cerebro, miles de células, unos cuantos cromosomas –hoy no recuerdo cuántos son..., ni me importa...–cajas en mi cuarto, en el escritorio; una cartera y ropa que no te gusta, y el ímpetu porque me resbalen las cosas, y ganas de comprarme cajas de té, y de tomar una infusión cada noche –por deseo real y no por ningún otro llamamiento inconsciente (o sí, si es válido para mí)–.
Quiero volver a ser los papelitos de colores, y las ganas, y ver cumplirse mi graduación y mi proyecto, y solo la concreción de mis ganas y mi respeto, solo el mío.
Quiero coleccionar cuadernos, y lapices de colores y lapiceras de tinta.
Confieso firme, pero con cierto recelo y vergüenza, que espero que alguien se conmueva y lo entienda, como el Principito de Exupery.
No quiero más esperas, no quiero más desganos, ni peleas, ni miedos, quiero ser yo acá, y en las reuniones y con cada persona, le sirva o no, pero quiero hacerlo, me lo debo.
Y un puntapié he dado. Algunos lo ven. Los que no, se lo pierden.
No más hipocresía, no más una sopa agría, no más llanto contenido y resentimiento. De eso está lleno el mundo, y no quiero que se contamine el mío.
Me confieso romántica en la totalidad del término. Y va de vuelta, si sirve, sirve, sino, a seguir, siempre a seguir...
No más estoicismo, no más lugar de la resistencia en un espacio que no sé si comparto.
Me descubro, intacta en el sudor de mis cajas, en la incertidumbre que me da el cansancio del orden; pero es necesario.
Solo quiero sonreír, en el medio del escote del vestido violeta que me compré hoy, con cierta culpa que ya se disipó, pero que fue un mimo que yo necesitaba, y me lo dí, así, sin arrebato.
El mundo puede ser gloriosamente espantoso, o terriblemente maravilloso. Elijo el último oxímoron.
Tengo miedo a algunas cosas, pero ser yo es más fuerte que yo...


en letra chica: no era la idea de este texto, pero fluyó, mi cuerpo actuó, yo solo fui un instrumento...




Marcha de la bronca. Pedro y Pablo