jueves, octubre 13, 2011

Quedar pegada

La primavera es así: en caja baja y lluviosa. Es inestable, con alergias, plátanos y malvones florecidos, chocolates derretidos y humedad, mucha. Al menos acá, en mi hemisferio, el austral.
En treinta y ocho años siempre se me dio por pensar en exceso, sobre todo, en las vidas ajenas, respecto de sí y de mí, y eso me hizo quedar pegada, en historias innecesarias, en actitudes voluntarias pero no, en pensamientos y frases que nada tienen de saludable –fundamentalmente, por lo poco que pueden aportar a mi existencia–.
Pero seguramente esto se deba a que el silencio no es mi mejor virtud, y que soy –o esa sea mi coartada– una enamorada eterna de las palabras (incluso no encuentro un sinónimo que le haga justicia a esa «denominación»).
Seguramente pueda, como alternativa (a mi terapia real) ir «despegándome», despejándome de ellas, quedando sin piel, sin denominaciones, conceptualizaciones, poniéndome la mano en la boca, pero no para callar por censura previa y propia, sino para dejar ir tantas y tantas historias, personas, que ya están fuera, en realidad, pero que solo falta que yo lo vea.
Y con eso se irán los dolores, las lágrimas, y serán bienvenidos el aire y el pelo al viento y los ojos transparentes y las manos abiertas y los amigos por placer y los vestidosblancossinmiedoamancharse con inmaculada conciencia de intentar ser feliz...

Y seguramente el tiempo me rinda más...


Las sombras no son mal. Daniel Vinderman


sábado, octubre 08, 2011

Sin palabra(s)

Hacía mucho tiempo que no escribía acá un sábado, siempre era parte de una catársis, de una escapatoria a mí misma...
Hoy seguramente no sea distinto el objetivo, pero al menos la culpa por quitar tiempo a otras cosas sea menor.
De cualquier manera, empiezo a manejar dislexia y miedo, casi con naturalidad, aunque a veces se salte la cadena.
Ayer fue un viernes húmedo, pero lindo. Húmedo de lluvia, no de lágrimas. Y eso, en sí, ya es bueno.
Literalmente, ni el tiempo me corrió. Solo el disfrute me rigió. Y me dejé ser.
Fui libre.
Pero es esa libertad la que debo utilizar con responsabilidad (y ya parece una publicidad de manejo...), pero si falto a mi palabra de decir que "seguiría cursando", al menos no debo faltar a la de "darla libre", aunque sea en marzo...
Eso solo quería decir.
Y saludar a los que me miran por bits...


miércoles, agosto 03, 2011

Otro ciclo

La gente sigue apareciendo, tal vez un poco por tu culpa, que me inyecta tu amor, tu apoyo (espero no consuma toda tu energía).
Me reparo de a pedacitos, y sigo con mitad miedo, mitad pilas. Y duermo siesta, y soy colcha de patchwok (o como se escriba) e imagino nuestra casa, y no.
Siento, raramente (¿por cuánto tiempo?), que puedo soltar algunas manos, pero otras, de ninguna manera.
Necesito seguridades, y por eso mi tema sea la "Seguridad" de la que hablan los málditos medios. Y encima me dan de comer.
Temo escribir, temo decir. Temo, bah.
Y a la vez puedo darme el lujo de no creer.
Y este es un post medio gris para volver.
Y sin embargo no me importa, está tan enmalezado y tan tan tan, que, ¿importa?
Sin embargo, intento que no lo sea.
Basura en colores, decía la canción.
Y me lo creí...

;)


Huele a libertad. Vía Varela


lunes, junio 13, 2011

Ghost writer

Hoy en mi país es el día del escritor. Y es maravillosamente increíble, porque el día elegido es el del natalicio de un escritor conocido (reconozco, no sin vergüenza, no haber leído nada o casi nada de él), pero no de los libros agotados, ni comerciales, ni por los cuales somos conocidos en el exterior. Sé, sí, que fue un personaje en todo lo que respecta a esa palabra y al eufemismo que simboliza. Se conmemora el nacimiento de Leopoldo Lugones.
Por eso hoy en mi país es el día del escritor.
Y eso me llama a una reflexión o a una pregunta. O a todo.

Desde chica que escribo. Para algunos, muy bien; para mí, no mejor que la media que esboza palabras más allá de las obligaciones cotidianas que ameritan esa acción. Pero no más que eso.
Sin embargo, creo, algo que es fundamental es el consumo, más allá de todo talento. Y algo que hacía de pequeña, ahora ha sido reemplazado por gran cantidad de bolsas con libros "sin usar", acumulados, novísimos, pero casi amarillentos.

Creo, (me) debo volver a la lectura afanosa, desesperada, voraz de más palabras en papel (mientras dure); conocer, amar, soñar con cada historia, frase para poder encontrar (si lo hubo) a mi Yo escritora.

Desde este rincón, mi humilde homenaje a los que escriben...



♪♪♫♫♫. Leroy Anderson

sábado, junio 04, 2011

La loca

No era de esas personas de las que te cruzabas de vereda por su aspecto o su olor. Todo lo contrario.
Tenía una belleza arcaica, de un pasado lejano. Tal vez, inexistente: literario podría decirse.
Su piel era de un color que no era color piel. Blanco azulada, con matices verdes, pero tenía pizca de azul, de eso estoy segura. Hecho que contrastaba con sus uñas, que se pintaba de rojo, y los ojos, también. O era fucsia.
Era muy delgada, pero por lo que sé, en su pasado le sobraba la carne que hoy le faltaba.
Tuvimos una amistad de un par de años, tal vez algo artificial, o artificiosa, pero eso existió.
Y un día, de golpe, aunque si miro para atrás se escurrió como agua, se terminó.
Al principio no me di cuenta, pero tras correr el tiempo, todo fue más claro.
Hoy lo sé, ella estaba loca, porque sabía, finalmente, lo que quería.



Vértigo. Ismael Serrano


miércoles, abril 06, 2011

Soy un árbol

Soy semilla, soy hojas verdes y amarillas, y flores y semillas.
Soy lo vientos de la orilla y de la montaña, los lagos y las sierras.
Soy las películas que vi, que amo, que están ahí, que imagino y me contaron.
Soy remolacha y zanahoria, mandarina y pera.
Soy los libros que me circundan por todos lados, los por editar, por comprar y por leer.
Si soy una tela, soy tul o plumetí u organza. Me gustan las transparencias.
Me gusta la pimienta, pero soy avainillada, con dejos de azafrán y pomelo.
Soy música cantada, pero no tocada.
Soy sensaciones más que argumentos.
Soy caoticamente lluviosa, gris y gritona.
Soy anteojos, los de miope.
Soy un poco vagancia y adrenalina.
Soy intensa y oxímoron, lábil.
Me aburro fácil, pero no cierro nunca.
Soy árbol otra vez, un deja vú que se repite sin más.
Pero siempre en flor.





En la mesa de la compu que oficia de escritorio, la taza guarda gotas residuales de canela, clavo y frutas. Sabor a magia. De esa que pocas veces se repite en la boca, en los gustos.
Igual ahora estoy a dieta, así que estos son mis pequeños placeres.
Sin embargo, este no es el tema de hoy.



Poesía rock. Leo García


martes, marzo 29, 2011

Sui Generis

La canción es un vaivén que me causa carcajadas que me remontan a momentos en los cuales tenía unos cuantos kilos de menos (por lo menos quince o veinte), fumaba y me vinculaba patológicamente.
Pienso en perros que no sean perros, en personajes nefastos en musculosas amarillas y pelo revuelto y de dudoso color.

Por otra parte, ayer comencé a intentar adelgazar los kilos de más que sobrevinieron (por no decir que me llevaron puesta –pensé en decir "me pasaron como una aplanadora", pero lo pensé mejor, porque de plana, nada de nada–) luego de que me ennovié y dejé de fumar.

Me percibo, por otro lado, con cierto frenesí, cierta aceleración que perturba mi calma y me lleva a un nerviosismo pasajero, como si intuyera que algo bueno está por venir.

Mientras tanto colecciono llaveros, cuadernos y agendas.

¿Estoy para terapia, no?


En el hospicio. Pastoral



martes, marzo 22, 2011

D'éte

Lo que se siente al nadar en una pileta grande, donde tus pies no hacen pie, donde todo es turquesa o celeste, la presión y el cloro del agua aprietan tus globos oculares, el pataleo cual delfín (en tu imaginario sos leve, difusa, diáfana, etérea, palabras poéticas y luminosas) te llena de energía.
El pelo (sí, pelo, no cabello en mi país) húmedo, goteante, chorreando las baldosas, el pasto, el parquet y la cama.
No es lo mismo el acuífero sentir de la pileta que el de la ducha (aunque sean igual de reparadores).
Creo que todo se trata de nadar. Solo. O no. Sola. O no. Pero nadar.




Les jours tristes. Yann Tiersen


lunes, febrero 14, 2011

La cerrazón de la serranía

Las piernas se estiran lampiñas y se decoloran del blanco azulado al dorado pálido para llegar, al final de las vacaciones, a un té con leche.
Esa mismas piernas que dos años antes casi fallecen bajo una camioneta cerca de otro cordón montañoso y que esta vez solo fueron víctimas de una abeja y de una cámara fotográfica bajo mi aprobación abrazaron el cuerpo viril de tres años de amor, sintieron un tirón en el muslo izquierdo y caminaron sierras que se imaginaron propias.

Esta vez no hubo más que fotos, no hubo textos en azul lavable ni en cuadernos que llevó la mochila celeste por doquier bañada de esencia de maracuyá, pero sí, palabras apretaditas para el recuerdo personal e íntimo y para invadir de bits (o no) la pantalla de los lectores potenciales y los de siempre.

Nunca se tendrá le certeza de si fue el miedo a la muerte que a veces invade, los efluvios orientales, el yoga ajeno, las meditaciones, torsiones y estiramientos o el aire serrano, pero algo cambió las almas, eso es casi seguro, pequeñamente pasiva, pero genuina metamórfosis.

Hubo brazos y abrazos y palabras malas (las de verdad malas, las hirientes, las que lastiman y hacen llorar, y no hay soplido que cure), pero hubo gestos hermosos, vitales, generadores de pensamiento y magia y dudas sobre los que parecían ser argumentos plantados en tierra firme.

Fueron dos semanas y un plus que parecieron tu aliento en invierno, que se empaña y borra al instante, pero duraron lo suficiente como para generar estas letras...


Al amparo del cielo. Liliana Vitale



sábado, enero 15, 2011

Cuando se termina

El aire falta
se hace incienso
ahoga
se enceguece la mirada
los ojos se inflaman
y el cuello se aprieta
por una mano invisible.

Cuando se termina
sabés que el dolor
desaparecerá
y las vivencias
-amargas hoy-
serán dulces recuerdos
-a veces-
alguna vez.

El momento era cercano
predecible
y nadie quiso nombrarlo.


A felicidade. Maria Creuza, Toquinho y Vinicius de Moraes