miércoles, junio 28, 2006

. . .

Con la poesía -o poema- anterior, se cierran "las" secuencias. No estoy segura secuencias de qué, porque fueron escritas por mí hace cierto tiempo, pero seguramente en ese momento estaba viviendo en escenas... No lo sé. Tampoco lo recuerdo.

Hace algunos días también, que este espacio pareciera estar casi abandonado de presencias -inclusive la mía, eso es más que obvio-, o poblado de fantasmas ("que no es lo mismo, pero es igual..."), pero cada uno de nosotros tenemos nuestras obligaciones, nuestros tiempos, en fín, una vida más allá del blog, de la pantalla, una vida después de... Además está el Mundial, que nos tiene a todos en estado de tensión nerviosa.

Tengo pensado dar un par de materias, así que tal vez no escriba con tanta asiduidad -si me pongo media pila y hago el esfuercete-, pero cuando lo haga será con más bríos.

Uno no escribe para los otros, sino para el mundo, o tal vez sólo para el propio microcosmos interior, pero reconozco que extraño leerlos, responderles, pero sé que varios de ustedes -porque lo hemos hablado, de hecho- andan con una y mil cuestiones laborales que los detiene para casi todo, menos para respirar -y a veces hasta para eso...-

Acá estámos aunque haya silencio. Seguramente vaya a haber algunas líneas, aunque no sé si sean tan deliciosas, pero a veces, el deber llama.






Sigo acá (y los extraño, infinitamente mucho...)

Secuencia 5



-Ojos-




almendras doradas

caramelos de menta

botoncitos de turquesa




ventanas de la cara
crepúsculos del alma


* * *

se desovilla un vahído
cuando algo pasa a través de ellos


la cerradura perfecta para espiar



pintamos lo inevitable
cuando nos enfrentamos a sus aguas claras
-sin embargo-
si están turbias un escalofrío
recorre la medula espinal….



estrellas plateadas
que atraviesan otros ovalos


bolitas de plastilina
cristales de fuego


juego de luces y sombras
brillantina que cubre las pestañas
-otra vez-
crepusculo estrellado
que besa,
besa (me mucho)

...

bolero



Julieta, Agosto 2002

lunes, junio 26, 2006

Secuencia 4


-Agua-

o d n
n i a

o a
l s

fuente inagotable
/dulce y salada/


lágrimas de sol
sonrisas de viento
ojos verdiazules / azulverdis


manos de seda
acariciando nuestros cuerpos olorosos
de sudor, de espuma
pechos de algas
sonrisa de nacar
boca de corales


mi caracol
acá está
tu sirena
t
u

r a
a c
c o
l
a


en mi cielo de agua
hay luceros marinos
monto mi hipocampo
y cabalgo al reino de Neptuno
evitando tiburones y medusas


* * *


cristalina
gelatina
en mi tina marina arme una piscina -ojo en ella no se orina-


transparesencia (mi esencia de transparencia)


mi viento norte está al sur
pero mi corazón sigue estando al oeste…
-no, mejor al este-
y no florecerá ninguna flor celeste del jacarandá





tengo una coartada:
al menos sabía nadar…





Ju eta, 2002 -08
li 08

domingo, junio 25, 2006

Secuencia 3




-Alas-





quiero volar
-ser la novia del viento-

sacrificar las tetas de magnolia -de Oliverio-
en pos, tal vez, de algo más que una naríz puntiaguda
y volar…





m p
a l
r u
i m
p a
o s
s b
a l
a
c n
a c
r a
a s
c y
o
l b
i l
t a
o n
d
r a
o s
s de
a es
pu
ma

quiero ser suspiro
hálito de amor

suspensiva -y suspendida en el aire-
ser suspensiva, como puntos
flotar en la nada y el todo inconsistente que es el aire
perfumado por lilas
por aire viciado

partirme los huesos para que sean cartilagos
de aves, tener la capacidad de echar a volar

el caracú de mis huesos
es caldoso
saborizado de angustia y de romero
palo de rosa y jazmín


mi ojo acaricia el cielo con su color y por estar perdido
celeste nube
capullo de vellón


rulo ensortijado de querubín
-ahora entiendo que se me haya colado
en este sueño
terco
de palomas
quisquillosas
de plaza pública y

manifestación…





Fuera
A
B
A
J
O

Jul
iet
a


2002-08-05

jueves, junio 22, 2006

Secuencia 2

-Cuerpos-
cumbres

líneas curvas

vellosidades perfumadas de ámbar y mar…

océanos luminosos que nos hacen reír y llorar


o os
j
b s
o c a


salivas mezcladas salvajemente

risas perturbadoras y de las otras

rituales privados


* * *

el vientre se estira, se estira
como el chicle rosado y pegajoso que masticarán esos dientes de leche y puntilla…
la sangre bombea más que nunca porque son dos -somos-

dejáste de estar marchita para estar más viva que nunca…

tus pies, tus uñas violetas y nacaradas brillan en la oscuridad como luciérnagas
fluorescentes -y furiosas…-

vos brillás -satélite con luz propia…-
el esternón, el pecho, tu pelo, vuelan y laten, a la par de tu sonrisa
contagiada y contagiosa
sos toda luz

tus manos de cuna, tus ojos de luna
tu boca de suspiro y blanca espuma
boca en flor

ojos con alas, pestañas de abanico
orejas de caracol -por su sonido a mar-
hoyuelos en la pera -dulce y jugosa-


volcán efervescente que dará vida
lava de fuego, generadora de ojos, pelo, boca nueva

horizonte


Julieta, 2002-08-05

Cuestiones de lenguaje (4)

¿Cuál es su gracia?



Cuando uno espera un hijo, a la mamá y al papá, hasta la segunda ecografía, en la que se ve definido y definitivamente el sexo del bebé –me niego a decir “feto”–, sumada a todas las preocupaciones y ansiedades que implica un embarazo (que conste que hablo por boca de jarro, porque no he sido bendecida aún con ese feliz acontecimiento), se le agrega la polémica en torno al nombre que va a llevar la criatura divina… (pueden existir casos extremos como el de mi hermana y Javier, que no quisieron saber el género de mi sobrino hasta el momento de nacer y estuvieron los nueves meses debatiendo entre ellos y con los demás, no sólo por no ponerse de acuerdo, sino porque todo el mundo opinaba y opinaba, como en aquel cumple de Lore…, en donde no paramos de tirar nombres que harían llorar a cualquier niñito por iniciar su vida en este mundo…)

De ello quiero disertar hoy. Si uno pudiera pedir desde la panza de mamá, que tengan piedad a la hora de “endilgarnos” algún nombre, creo que evitaríamos bastantes traumas, o predestinaciones que fueron sin lugar a dudas signadas por una decisión incorrecta, por una opinión inoportuna, por un ancestro amado –recientemente fallecido–, por ridículas tradiciones familiares, por algún siniestro éxito televisivo, y sigue la lista de fatalidades. Hay muchas aflicciones que le generarán traumas, como para agregarles esta desgracia desde el momento mismo que el neonatólogo le pega en la espaldita al neonato y se escucha ese grito desgarrador (“Déjenme de joder, se terminó la joda, y encima llego y me pegan…” (Trauma primero)), a continuación, el galeno palmea el hombro del padre y le anuncia triunfal: “Es una nena”, o la antigua partera dice “Machito”, y entonces ahí en ese preciso instante, los padres emocionados se miran y saben en su interior, que hay que darle la bienvenida a Nicasio o Eduviges

En mi humilde opinión, creo que hay que tener en cuenta muchas cuestiones a la hora de elegir el nombre del vástago, porque tengo casi la convicción de que realmente hay nombres que definen la existencia de un ser humano (y tengo opiniones cercanas que me apoyan al respecto). Veremos algunos ejemplos. A saber.

Mi nombre es Julieta –por si a alguno le quedaba alguna duda– y soy extremadamente romántica y dramática. ¿Cómo hubiera sido yo, si me hubiera llamado, por ejemplo, Mónica? No lo sé, pero el personaje por antonomasia de la víctima del amor, de William Shakespeare es Julieta, y hace poco caí en la cuenta de de dónde vendrían algunas cuestiones de mis entrañas, pero ese es otro tema..., y recordé este hecho fortuito, del destino.

Una amiga mía me dijo una vez que el cargar con el nombre Soledad era realmente duro. Y son, yo creo, dictados muy fuertes, dictaminantes, valga la redundancia, del destino de una vida. Conozco chicas llamadas Socorro o Consuelo o Dolores…, tremendo.

Creo que hay nombres que responden a las ideologías paternas y que le dan al retoño una responsabilidad, una impronta que los marcará de por vida, los casos que me vienen a la memoria son Ernesto o Fidel…, esos niñitos no podrán ser ni por asomo, –y para soponcio de los padres– capitalistas, ni liberales…

Otro caso espantoso es el de los chicos que tienen nombres de personajes famosos, como es el caso de unos amigos, cuyo hijo se llama Román, y si bien la madre lo niega rotundamente por ser de River, tengo mis serias dudas al respecto de la elección de su patronímico, ya que su padre es fanático acérrimo de Boquita… Ni hablemos de los cantantes, actores y otras faunas… (sujetas al último grito de la moda)

Un caso peculiar es el de los niños cuyo nombre responde a objetos concretos como pueden ser astros, colores, flores, apellidos, lugares, etc. Se debe tener preciso cuidado en estos casos, sin olvidar jamás el gentilicio que lo acompañe –o los acompañe si además se agregagara un segundo mote–, conozco otro caso, en que a una niña le querían poner el nombre Azul, pero con buenaventura y tino, sus padres fueron piadosos, y fue vetado, ya que el apellido era Marino. A veces se da el caso de gente con lucidez, no abunda, pero existe.

Los onomásticos fueron durante mucho tiempo génesis para el otorgamiento de nombres, y es así que mis tíos abuelos se llamaban Eulalia, Remigio, Leocadia y Rogelia. No hay derecho. ¿Cómo habrá sido su infancia aunque esta haya sido a principios del novecientos?
¿Cómo llevar a cuestas semejantes atributos? Estrechamente ligado a esto, está el tema de las tradiciones familiares –con todo respeto, algunas muy pelotudas–, o los traicioneros homenajes, dictados por el corazón, que al caer en la cuenta ya es muy tarde, porque ese niñito que va al jardín padece el nombre de Quintino…

Igualmente le teoría que más me subyuga es la de la predestinación, como es el caso que mencioné primeramente, los llamados Gabriel, van querer ser realistas mágicos o ángeles, los Federicos, existencialistas o poetas o dramaturgos, las Reginas, madres, los Diegos, deportistas, las Victorias, luchadoras vanguardistas, y así infinidad de peculiaridades semejantes.

No debe descuidarse, como ya mencionara con anterioridad, la relación inseparable nombre-apellido, porque hay combinaciones dignas de un Reliveran. No a lugar a los nombres anglosajones con apellidos castizos, españoles, criollos o italianos. Prohibidas la vinculación sujeto-objeto, o adjetivo-sustantivo (Dolores Fuertes de Panza…).

Finalmente, voy a hacer mención al hecho primordial de la elección de más de un nombre. No es erróneo este gusto, pero es necesario que su composición sea armónica, porque el/la que luego padecerá y/o convivirá con este patronímico será el heredero, al que uno le desea la mayor felicidad del mundo, y no la vergonzante escapatoria hacia un apodo más digno que el nombre impuesto al nacer.

Un último caso, no menos prohibitivo es el de llamar a los hijos como un viejo amor o una persona que no fue de su agrado, nunca, pero nunca debe utilizarse este nombre, por más encantador y maravilloso que sea el mismo, porque el niño podrá sufrir las consabidas consecuencias del desplazamiento dentro del inconsciente materno-paterno…

Por eso es necesario que sea tema de conversación durante el noviazgo, o al menos desde la planificación familiar misma, para no encontrarse en la sala de partos sin saber que elegir y poniéndole a la niñita el nombre de la santa que protege al nosocomio, y termina detentando el nombre de María Ludovica…

Malvenida al mundo real

Últimamente me encuentro cubriendo mi piel con azúcar impalpable, o capitas finitas de tul y plumetí, o con ficciones innecesarias… Pero vivir es otra cosa…

A veces pienso si la naturaleza y la vida como sentido cósmico, metafísico, son tan sabias y por ende en treinta y dos años no me hicieron madre justamente porque implica muchas responsabilidades, afrontar dolores y alegrías para los cuales no esté preparada, o si es sólo una casualidad más… No sé…

Lo qué si sé, es que a pesar de las evasiones, del querer “tener la fiesta en paz”, siempre la mierda termina salpicándote…

En casa, por suerte, nunca tuvimos el morboso hábito del “noticiero”, sino que nos informábamos a través del diario, o la radio, o sea que había noticias que yo tal vez me enteraba en mi cotidiano, por algún comentario foráneo.

Hoy pasó eso.

El viernes pasado, mientras se vivía una fiesta –que ingenuamente y en el inconsciente colectivo late la idea loca de que todo el país está en eso…–, porque empezaba un partido de fútbol inolvidable para “nuestra selección”; mientras yo me entraba a bañar apurada –como casi todos los días– o llegaba unos minutos tarde al laburo, en la línea B del subte, una chica era violada. Me lo comentaron hoy mis compañeros de trabajo, y todavía no lo puedo creer.

No puedo dejar de pensar que soy demasiado naife, que la gente no es toda una galletita tierna de jengibre, ni que el mundo es un ramillete de margaritas, y que siempre hay algo que no sea bello. La vida es esto: es la alegría conviviendo con la oportunidad de hacer mal, es la flor en el medio del barro, es la gente linda cuestionándose la vida, son los pobres sin dientes sonriéndote, porque no le permitís que escarben de la basura y le das un mísero plato de sopa caliente, es Agustín corriendo por mi casa, son mis compañeros de laburo haciéndome un chiste. Esa es la vida. Yo opto por querer enaltecerla –y por tratar de informarme más– y por dejar de comer vidrio…

Feliz invierno....

... para los que estámos en este hemisferio sur -que también existe...-, y para el resto ¡Feliz verano!

Secuencia 1

-Música-



las zapatillas de baile tiradas

sinfonía
(¿sin fondo?)

d i á c r o n i c o

s
i
n
c
r
ó
n
i
c
o


a
na
cró
nico


pompones rosados

el esternón latiente

compases que marcan los rítmicos vaivenes de la sangre…

sudor girando por el escenario
gotas infinetesimas e ínfimas que son esfuerzo
candor
cansancio




notas musicales

teoría y solfeo

sucesión de blancas, negras, corcheas, redondas, y, y, y…
silencios

silencio
silencio


sh sh sh



labios temblorosos


fotos tiradas de un pasado pisado


el disco gira,
gira
como las manos alzadas

recoger las flores que te tiraron al escenario…
pisadas, marchitas y sin perfume, ya
grises


la pintura de los ojos es una corredera negra y pegajosa

éxito y fracaso

la mala sangre, la buena fortuna…


estrella estrellada

principio y fin…


la orquesta sigue tocando…


se escucha la música…


toda
v
í
a




@---------------------()-----------------------------------------------------



allí está tu flor,
Julieta, 2002

miércoles, junio 21, 2006

Una vida, mil vidas...



¿Quién alguna vez no soñó con tener una historia de amor de película? Esas donde los protagonistas se desencuentran, se conocen a destiempo, viven historias imposibles, pero en algún punto, intensas…

Hoy quiero regalarte estas líneas, como cierre de ella, que los dos sabemos que no era propiamente una historia de amor…, sino un movimiento de esternón a velocidad equivoca…

Quiero decirle gracias a la vida por sentir, por los cincuenta minutos de teléfono, por tu desnudo apurado y tímido, por tu voz baja confesando sentires inapropiados, imaginando un encuentro casual por calles de algún barrio, reconociendo mis ojos celestes que casi no viste…

Me cuesta imaginar tu sonrisa, aunque todo el tiempo estás riendo, con esa actitud tan tuya de lo positivo como lema imperturbable ante la vida, a pesar de que muchas veces te pintes de azul, como esa música que se desgrana de tu guitarra…, en los momentos íntimos de sublimación… Desgarros musicales…

Y hay huequitos vacuos que llenamos de perfume a magnolias, o de cenizas de alguna flor seca, de miradas que no fueron ni serán, de ojos llorosos, o voces roncas, o risas de antaño que no podemos imaginar siquiera, de abrazos contenidos, de caricias en la cara para correr un flequillo, o un beso en una lágrima de impotencia…

Se anida en mi pecho abierto, blanco y cremoso, como de alondra, ese sentimiento dulce que quedará enquistado en mi memoria de jardines fragantes, de recuerdos tiernos, infantiles, inocentes, inocuos, de pureza blanquecina, de no miedo, sino de valentía por pasar por ahí, sin siquiera arrancar una flor…

Y será una vida más en las miles que tenemos cada día, a lo largo de toda ella, inconmensurable y mínima a la vez…

Silence please

Callar a tiempo
es preciso
y cuesta
y el consumo me pucho
porque es así

no hay erratas
o


mis errores
mis atropellos

soy disléxica
sin proponermelo

no sé
callar

silenciame
silenciarme

adentro mío

quiero callar esas voces
preciptadas
arrebatadas

a borbotones
que salen

se escapan

quiero detener las palabras

los impulsos

a
decir
nimiedades

que luego me arrepiento

borrarlas
pero esto no se hace con delete

no quiero llenarme de estrofas

quiero vivir

no más ficciones

no quiero artilugios
ni artimañas
propias
ni ajenas

ni lágrimas secas

ni espejos inconclusos
que bordeen aceras
que nunca voy a transitar

apoyar la almohada
en la cabeza
sin consultarla

sino dormir

soñando
realidades

no quiero agotamientos

ya no más

shhhhhhh shhhhhhhh
shhhhhhhhhh shhhhhhhhhh

no más jardines deshilachados
de carne crujiente
ni temblorosa

no más

...

Historias de XX y XY

Presuntos implicados

Tenía la vista perdida. En el monitor apagado. Agarró las llaves del auto y caminó hacia la puerta. No podía sacarse a Nico de la cabeza. Y pensaba también en Martín, y en Lucio, y apretó los ojos. No quería lágrimas.

Saludó al sereno, levantando la mano derecha, y se subió al auto.

Puso el cedé de The Cardigans, y se perdió en la música de sus pensamientos. Y volvieron Nico, Martín y Lucio, uno a uno, y alternando su orden cada vez.

Recordó la primera vez que habló con Nico, había sido a través de un mail para una nota del diario. Nico era fotógrafo. Y era sensible, y era cinco años mayor que ella, y era soltero. Ella no. Y tenía a Martín, que era un sol, y al que no pretendía traicionar, y a su chiquitito, a Lucio, su hijo.

Nico era maravilloso, era comprensivo, sintonizaban en muchas cosas: pensaban absolutamente todo, se cuestionaban una y mil veces cada paso dado o por dar, se reían de las mismas pavadas, giraban como casitas de caracoles hasta encontrarle la salida a cualquier “teoría metafísica”. Eran enroscados los dos. Pero algo no estaba yendo bien, o tal vez, estaba siéndolo demasiado, y eso sí que era un problema.


* * *

Valeria es divina. Pero no me banco más esta situación. La quiero mucho como persona, me hace muy bien su cercanía, pero yo no soy un hijo de puta, y están Martín, y Lucio, y no va, también los quiero. Me da no sé qué.
Voy a hablar con Vale, y me va a entender…


* * *

Le costaba sacarse de encima la imagen de los ojos verdes de Nico –porque habían decretado entre los dos que era necesario descartar el azul–, pero conjunta e inmediatamente le venían los ojitos almendrados de Lucio… Sacudió el aire, como si de moscas se tratara, para disipar las dudas…, y las lágrimas. Volvió a pestañear, con pestañeos cortitos y nerviosos. Ansió llegar a su casa y dormir.

* * *

No tengo ganas de preguntarme por qué nos cruzamos ahora, pero es un hecho, y hay que convivir con ello.
¿Cómo puede ser? Si pasé por tantas…, y por cosas jodidas…
Soy un pelotudo. Yo, que fotografié a ese “torturador de mierda”, o que estuve en situaciones tan chotas, ¿cómo puedo estar hecho un flancito? Siento que si me soplan me desmorono… No puedo sentirme tan vulnerable, ni quiero complicarme, ni sufrir, ni mucho menos complicarla a Vale.
Otra vez el caracol de mierda. El enrosque, la vuelta.

* * *

Era tarde ya, pero el camino a casa estaba transitado. Y recordó que de más chica, había tenido amigos que luego devinieron en amores, y en amantes, y la relación no volvió a ser la misma, pero porque tampoco había sido ese su origen. Entre ella, y esos amigos el aire se puso pesado, irrespirable, no ese puro de antes que destapaba cualquier catarro, todo lo contrario, y el catarro llevó al ahogo, y a la consecuente muerte de la amistad, de hecho, de la relación. Y lamentó profundamente la pérdida de esos amigos, de esos confidentes. Ahora, no sólo no podía permitirse eso, sino que iba a ser egoísta por una vez en su vida, e iba a elegir conservar a Nico… Su amistad era invaluable para ella, y no quería perderla. Tampoco a Martín, ni a Lucio, ellos eran “sus” hombres. Nico no, era otra cosa.


* * *

Todo esto fue motivo de charlas de café –¿excusas?– con ella. Pero lo mejor es esto. Es preferible renunciar a una fantasía, que perder mi amistad con ella. El riesgo de saltar esa cornisa es enorme, y el resultado puede ser nefasto: el vacío, la nada…


* * *

Se debatía constantemente en querer hacerle sana sana y soplarle las heridas a Nico, y la ternura, el amor incondicional, y la constancia de Martín. No era justo. Para nadie. Para nada. Pero eso era así. Se chocaron justo, en el camino del cansancio, del tedio, del blues (¿te acordás de Blues Motel? le preguntó él una tarde…), pero no era posible. Ni siquiera imaginarlo.

* * *

Ella me pidió que desandara mi entusiasmo. Yo, que no diga más “por ahora”. Soy muy sensible a sus palabras. Lo llamo el “Síndrome Valeria”.
Desandarse, no desnudarse. Desandarse, si desnudarse –las almas–. Y ahí sí, reciencito nomás, un abrazo como alas.

* * *
Las luces de su casa estaban prendidas.
Estacionó el auto. Tomó aire. Suspiró. Cerró los ojos dos segundos. Y bajó del auto.
Sonrió: Martín y Lucio estaban en casa…

sábado, junio 17, 2006

CMYK (relatos fragmentados de una noche divina)





Flores de otoño

Empiezo a escribir estas líneas arriba del colectivo (contradicción en sí misma con el mundo del blog, pero auténtica situación para el que escribe). Lo más loco es que el único papel que encontré con algún espacio en blanco dentro de mi multifacético bolso es un Diagrama de Gantt para el trabajo de Fundamentos, de fin de año –del pasado–… (¿señal del destino…?)

Hoy me siento más linda, gracias a vos, o mejor dicho a tus titubeos, a tus avances y retrocesos, o tal vez a ese reflejo en mundos paralelos que encontramos en el espejo que es el otro. Hoy me siento más linda, con mis botas viejas, mis jeans gastados, mi polerón que compré el primer año que me fui de vacaciones sola, con mi raído sacón verde, me siento brillante, luminosa…

Hoy me quiero lavar la cara –no las manos– por los dos, pero quiero decretarte, por ahora –o para siempre–, mi Oliverio personal…

Hoy me mostraste algo, y no te diste cuenta, no importa: será mi tesoro. Estoy contenta con y por ello.

No sé por qué pienso en Cortazar, pienso en La Maga, ¿será por la cercanía del parque? No lo sé. Y me acuerdo del día que encontré la tumba de Cortazar y leí una carta que le había dejado La Maga (no la real, pero sí el reflejo de tantas otras que lo son, que lo fueron, que lo somos, que lo fuimos...). Había un reloj, también, en su tumba. Hoy, para mí no hay tiempo, no me importa.

En la esquina de mi laburo hay un vendedor de flores, que está sentadito al lado de una panchería desde el verano, y sin embargo, y a pesar de que sea otoño, tiene flores todo el año: tal vez sean más opacas, de colores más pálidos, más cyan, más magenta, más amarillas –no sumadas, porque no dan negro…–, tal vez sin perfume, casi secas, pero me da ternura, siempre acomodándolas, algún día voy a comprarle algunas, pero me alegra: porque hay flores a pesar del otoño...

Fiesta

Hoy me animé a comer sola, afuera, por primera vez, mientras esperaba a Lore y Juan (¡toda una decisión!). Ya había ido al cine y al teatro sola, pero nunca había hecho esto porque me causaba cierta tristeza ver gente comiendo sola. Pero uno mismo no es una mala compañía, todo lo contrario, sobre todo cuando encontrás un lugar acogedor que te recibe al son de Naranjo en flor, canción que siempre me pareció encantadora la cantara quien la cantase. Y la guitarra, como compañera, nunca falla.

Hay lugares que son de uno, y otros, que no. San Telmo no me decepciona nunca. No sé si me hubiera animado a esto, en Palermo.

Hoy, definitivamente, me volvió el alma al cuerpo, por muchas cosas: las berenjenas con pan, el vino –otro compañero irremediablemente fiel ¡servido en vasijita y vaso de cerámica!–, el momento conmigo, San Telmo, la guitarra de fondo, mi propia música interior, saber que vendrán los títeres dentro de un ratito…, la comida casera –aunque no sea de “mi” casa– de Mendoza (¿?). Y me encantó escribir en papel, en el momento mismo de la vivencia, de la sensación, como hacía mucho tiempo no hacía, para luego “colgarlo en la red”, para gritarlo a los cuatro vientos y compartirlo.

Y pienso en los títeres: eso habla mucho de mí, porque me quiero mostrar, pero no exponerme…

Suena Fiesta de Serrat, y todos cantan: los dueños del lugar y yo. Y estoy sonriendo, sola, con el alma nuevamente hilvanada a mí, abrazada, ella y yo, felices.

Agarro mis cosas –luego de cruzar dos palabras con la dueña del lugar y la chica que me atendió– y me despido para irme, agradezco la hospitalidad, ¡y me saludan con un beso y un abrazo! y Pocha –a la que veía por primera vez– me dice que vuelva y me regala un retortuño y me aclara que hay que regalárselo a alguien que valga la pena…, y que no me lo cuelgue, pero que lo lleve conmigo siempre. Me dio un abrazo, y me fui. Afuera hacía un frío que helaba, pero yo tenía el corazón cálido…


Sombras de ensueño

Crucé Independencia y enseguida la vi a Lore, me dijo que Juan estaba adentro. Nos fumamos un pucho y entramos. Yo no sabía qué íbamos a ver, porque si bien yo había insistido en que me acompañaran al festival, la info que había recabado al respecto era bastante escasa. No sé si fue Juan quien lo dijo, o lo leímos en el programa, pero supimos que era teatro de sombras. Me alegré mucho porque “las sombras” eran una deuda que me tenía.

La obra fue genial, pero lo aún más lindo fue que al terminar nos acercamos a felicitar a los titiriteros y al hacerles unas preguntas –que quede claro que no los conocíamos– nos invitaron a ir tras las bambalinas y revelarnos sus secretos. Para los que frecuentan el teatro, saben que este no es un hecho muy habitual.

Ahora me voy a dormir, rendida y feliz, tras una jornada llena de sorpresas y de mimos al alma…

viernes, junio 16, 2006

Gracias por el marroc


Flow

Mamá me regaló ayer un marroc, y me dolía la panza. Lo comí hoy, y me devolvió el alma al cuerpo... Divino.

Hoy voy a ver títeres con Lore y Juank, eso también me estimula el corazón...

Le compré el regalo del día del padre, a papá...

Me siento livianita de golpe, y eso, eso está muy bien...

Floto, pero con los pies en la tierra. El cielo está celeste.

La vida es una maravilla...

martes, junio 13, 2006

Chicos lindos

Los chicos lindos viven poesía, no dicen versos.
Los chicos lindos escriben deliciosamente, luchan la vida, y actúan en consecuencia.
Los chicos lindos son niños, aunque hayan pasado hace un par de décadas la infancia…
Los chicos lindos tienen convicciones y las mantienen firmes, contra viento y marea.
Los chicos lindos te ayudan en una mudanza, o te esperan con la cena cuando venís muerta de la facu., aunque no haya interés sexual de por medio…
Los chicos lindos te mandan revistas desde otras provincias, como muestra de intercambio cultural y te hacen sentir experta de algo, aunque solamente sepas un ápice más sobre sistemas de impresión.
Los chicos lindos son entrañables amigos, y son esos hermanos elegidos no por azar, sino por mérito propio…
Los chicos lindos creen en el amor, por eso practican la fidelidad, sin caer en la tentación…
Los chicos lindos son seres sensibles, lectores innatos.
Los chicos lindos van más allá de las palabras: leen entre líneas.
Los chicos lindos son caballeros, aunque hoy sea una palabra casi anacrónica…
Los chicos lindos te cantan bossa, desnudos, luego de hacer el amor…
Los chicos lindos te regalan jazmines, y rosas blancas y amarillas, recordando que vos habías dicho que te gustaban, habiéndolo dicho como un comentario simple, y al pasar…
Los chicos lindos son leales a sí mismos y optan por su convicción, aunque eso implique la perdida de algo placentero…
Los chicos lindos, lejos de ser boludos, son valientes, son convencidos –reales– de lo que es mejor para todos…
Los chicos lindos te llaman en las vacaciones para juntarse a tomar un café con vos, en un lugar tradicional.
Los chicos lindos te llevan a recorrer sitios mágicos, cuando estás lejos de casa.
Los chicos lindos te dejan su cuarto, para que vos te sientas como en casa.
Los chicos lindos te escriben mails como si fueras realmente su hermana –dejándote moqueando sin parar–.
Los chicos lindos se preservan, y lo mismo hacen con su pequeño mundo… (no lastiman, reflexionan, no son impulsivos…)
Los chicos lindos son soñadores, pero de una especie en extinción –y paradójica–: con los pies sobre la tierra…
Los chicos lindos nunca van a decirte nada que te lastime, aunque sea verdad, y no se animen a abrazarte al verte llorar –pero lo sienten mucho–.
Los chicos lindos hacen todo por amor y de manera totalmente desinteresada.
Los chicos lindos tienen voz calma, no podés siquiera imaginarte que puedan gritar.
Los chicos lindos se quedan hasta el final en un recital, aunque llueva tremendamente.
Los chicos lindos no se rigen por el tiempo de las obligaciones, sino por el de los afectos.
Los chicos lindos aman, no “quieren”, en el sentido posesivo de la palabra…
Para los chicos lindos sos un alma, no un cuerpo…

jueves, junio 08, 2006

Che...

tampoco somos tan boludas

Citizen Juli

Durante mucho tiempo temía ir a marchas –tal vez parte del prejuicio por la historia familiar–, hoy pienso que es una experiencia maravillosa que ningún ciudadano puede perderse –amén, por supuesto, de ser un derecho adquirido–.

La primer marcha que fui, si no me traiciona la memoria, fue en el aniversario del caos del 19 y 20 de diciembre del 2001, el 20 de diciembre de 2002. Fui con Luciano, que en ese momento era un amigo flamante–hoy es un amigo entrañable–, con su hermano, con Cami, su novia, y me acuerdo que me encontré con más gente “que estaba en la misma”. No es joda, pero la verdad que la emoción que se siente es realmente indescriptible.

La siguiente vez fue cuando regresé de Europa, en marzo de 2003, para decir No a la guerra –que por supuesto no nos iban a dar pelota–, pero la suma de ver tanta gente reunida, en masa, de las más diversas clases sociales, de las más diversas capas etarias, en fin, viviendo un frenesí único valía ciento por uno la pena transitar un sábado a la tarde.

Después de eso siguieron más: hubieron veinticuatros de marzo muy conmovedores, movilizantes al extremo, y siempre con ese espíritu de fiesta, de excitación de masas.

Por diferentes circunstancias –o por excusas, no lo sé– hace tiempo que no voy a ellas. Sí, tuve participación activa en otras cosas, colaboré con las Abuelas, el año pasado fui fiscal de partido, y la sensación de “hago algo” es realmente extraordinaria.

Todo esto, descolgadísimo, viene a colación de que hoy, mientras laburaba, pasó la marcha que se dirigía hacia el Rectorado y las ganas de ir –realmente no podía salir corriendo–, la necesidad de ser participe eran enormes, y empecé a encontrar algo que tenía dormido y era la cuestión de salir de mi metro cuadrado, de dar, porque siempre se recibe mucho más (como cuando iba al Hospital de Niños o cuando dábamos de comer a la gente de la calle). La actividad, el movimiento, más allá de la obviedad de que no adormece, genera alegría, da vida, y siembra flores, en los lugares más áridos.

Y en la grisitud en la que me encontraba hoy apareció un rayo de sol.

Lemon pie

Junto los fragmentos
de este cadáver exquisito
que soy

éstas piezas del rompecabezas
para armarme
a m a r m e
deliciosamente

soy un merengue
latente
que le falta un punto
de batido

ictericia
amarilla pompón
soufflé
no patito

de lana algodonosamente
frágil
lábil
vaporosa

y junto las piezas
repartidas por
ahí

para encontrarme
hallarme
en un recóndito espacio
no aparente
no virtual
real

y armarme
a m a r m e
deliciosamente

miércoles, junio 07, 2006

Copa del mundo

En este momento el mundo está casi congelado, estupefacto, expectante de algo que no es una revolución social en términos habituales, pero sí en términos de masa unificada en torno a un anhelo de felicidad...
Papá es periodista deportivo, y trajo al mundo tres niñas que no iban a compartir –pobre por él– su amor por el fútbol. Sin embargo, tal vez, Regi lo acompañaría más, al menos, en los comentarios.
Llega otro Mundial. La gente se agolpará frente a los televisores, situación semejante a cuando mi tía abuela escribía una novela de la tarde, y nadie –me lo contaron en mi casa– dejaba de perderse la historia de amor. Porque para más de uno es una historia de amor, de pasión desenfrenada, de adrenalina contenida para ver quién se llevará la copa…
En el último Mundial, yo estaba recuperándome de un amor que recién hoy estoy dejando ir en mi alma –y casi con ansias–, no sabía que a fin de ese año iba a viajar, sola, a Europa, hacía poco menos de un año que había dejado el nido, desconocía que poco menos de un año después iba a vivir un amor tormentoso. Regi no imaginaba que en menos de tres años iba a traer un varón al mundo, que tal vez si ocupe nuestro lugar junto a mi viejo en referencia al fútbol, ni que iba a vivir en el pueblo que la vio nacer. Eleo estaba recientemente de novia, y ni se le pasaba por la cabeza que iba a concretar su sueño dorado en menos de lo que empezara otra copa del mundo.
Faltan menos de cuarenta y ocho horas para que empiece “la fiesta”, para que los argentinos –estemos donde estemos– nos encontremos más unidos que nunca, donde las mujeres, decidamos juntarnos a ver fútbol, casi como una excusa –para acompañarlos a ellos o para mirar esas piernas torneadas, de pantaloncitos cortos–, que nos banquemos los partidos, que pongamos despertadores –por suerte esta vez los horarios no son tan ridículos– a horas absurdas, que propongamos llevar una tele al laburo, en fin que todo gire en torno a eso –como siempre, algún tema convocante, o una pelota girando, como el mundo–.
Hoy estoy así, tal vez un poco nublada, pero pareciera, casi sin querer, que los mundiales marcan tiempos, generan balances –seguro para la selecciones y cuerpos técnicos–, y hay que ver, en el 2010, dónde estaré parada, dónde mi geografía, dónde mi historia…
(Faltan menos de cuarenta y ocho horas, sesenta, cincuenta y nueve, cincuentioch, cincuentis, cincuent…)

martes, junio 06, 2006

Oda a Oliverio


(a propósito de Espantapájaros I)
Mis tetas sí son de magnolias,
seguramente mi aliento no sea insecticida,
intento volar –en el más amplio sentido del vocablo-acción–
mas no encuentro a mi ser leve
a mi hombre ligero que me haga subir más alto
.
Y es un hecho que las que tienen zanahorias por narices
cazan –cual mariposas– los hombres más volátiles...

debería darle crédito a Oliverio,
y que no importen las jorobas,
las calvicies,
las pancitas cerveceras –ni las otras... –

pero ya no puedo permitirme
un hombre sin sonrisa
sin sentido del humor
sin paciencia para tirarme por tobogán

debería darle crédito a Oliverio,
y que no importen las jorobas,
las calvicies,
las pancitas cerveceras –ni las otras... –

pero ya no puedo permitirme
un hombre sin sonrisa

Onda verde

mi omoplato
laxo
rayado de impotencia
roza -caroza-
el ojoverdegrisnegro
tempranillo tuyo mío
no me lo quites

desnuda, mi piel, de pecas
de nieve lejana
donde está mi hermana

boca abierta
a la espera de susurros
procáces
de latidos vitales
de ámbar violeta frotando
mi cuerpo llovido
no añejo
ya no tempranillo

ojos grandes mi mirada
cruzada
transpirada
de San Telmo
de huella corteza de arbol
de cerezo

no quiero gritar más

no quiero astillas de vidriopunzantes

dientes de nácar
tu perla
mi refugio en mis horas más trágicas
mis manos ruedan y ruedan
roza -caroza-
tu boca y cierra la mía
en dos

lunes, junio 05, 2006

Cuestiones de lenguaje (3)

Bichito mío
Cuando uno está en pareja –no importa mucho si con cama adentro, o no, pero ahora que lo pienso bien, no es un dato menor este detalle en lo que voy a analizar, aunque por supuesto hay excepciones– más allá de los seudónimos a los que somos sometidos, también se produce un intercambio lingüístico importante. Veamos.

Papito y mamita
Entre los miembros del dueto se establecen códigos simbólicos que traspasan los apelativos que entre ellos se otorgan, y que son variables de acuerdo a la edad, clase social, ghetto, usos y costumbres, etc.
Vale decir, por otra parte, que existe además una predisposición –o debería existir, al menos– o una animosidad especial por la utilización de diminutivos y apodos, así como también cierto grado importante de afecto.
Es muy frecuente encontrar parejas que se dejan llamar con nombres de animales o de la naturaleza en general (bichito, mariposita, florcita, pétalo, pichoncita o pichonita, etc.), de comida (tortita negra, bizcochito, bomboncito, lechuguita, etc.). Con el correr del tiempo, los años de relación y de convivencia la dulzura se transforma en una crema bastante ácida para la digestión, y empiezan a surgir sobrenombres de personajes de cuentos que son inversos a lo que nos contaban en la infancia, digo, las metamorfosis luego del beso –y del tiempo– son otras (la bruja, el ogro, la laucha, etc.), y ni hablar de los cargos honoríficos (la patrona), ni de las inversiones de sílabas (mi jermu, mi choma), etc.
Pero este delirio no termina acá.
Je ne compres pas
Más allá del ínter trato entre los componentes de la yunta, este fenómeno comunicacional no se limita al manejo de palabras dentro de la dupla, sino que por el contrario se expande y surca todo terreno por el que ambos transiten.
Durante la copula, y en los momentos de mayor intensidad sexual, los órganos sexuales pueden llegar a verse beneficiados -o no- por cualquier tipo de mote, así como también manejar un discurso hasta muy novedoso para el otro integrante. Pero además de esto, y debo reconocer públicamente, que a mí me ha sucedido, dentro de las relaciones de pareja el discurso que se maneja y el enriquecimiento del lenguaje tantos en vocablos nuevos, como en frases es realmente extraordinario. Pero protegido casi por una fuerza superior, este discurso que es prácticamente rechazado por el entorno, o peor aún incomprendido e incluso juzgado y tildado de demente (o chequelete, no importa) se constituye en único de esos dos seres: una suave capa que los une y aísla del resto del universo.
Moraleja, podremos quedarnos sin nuestro “pancito de azúcar”, nadie volverá a entender por qué le decímos “water” al inodoro –cuando antes de él o de ella, jamás de los jamases lo hubiéramos nombrado así–, pero al final de cada relación habremos obtenido una vasta ampliación del lenguaje, de su uso y aplicación.

domingo, junio 04, 2006

Radio pasillo

Estoy re contenta, ya tengo tildes (no malinterpretar, por favor) otra vez... Si encuentran errores dentro de las entradas, sepan disculpar, no sólo mi "dislexia" (excusa, porque no es real), sino el hecho de que me había acostumbrado a no utilizarlas ya que no respondían en mi teclado. De cualquier manera, las entradas serán debidamente reeditadas (antes de que se agoten) para subsanar este inconveniente. Solicitamos disculpas por las molestias ocasionadas. Desde ya, muchas gracias.

sábado, junio 03, 2006

Momenticos


*(foto móviles-fijas)


En el ascensor del edificio de mi laburo, anteayer, cuando había terminado la jornada, con Laura charlando sobre el amor a los libros, y sobre el hecho de que –para mí– es la guita mejor “gastada” (sin contar los viajes...).

Las sonrisas de Agustín –mi hermoso, hermoso, hermoshooooooooooooo sobrino– que ya camina, y me reconoce.

Guadalupe –mi casi sobrina– diciéndome Juli en su media lengua y con esos ojazos que te sonríen.

El casamiento más lindo al que fui –y eso que no lloré, que conste, ¿eh?– en mucho tiempo, el de Eleo y Mat..., obvio...

El día que Regi me dijo que estaba embarazada –y eso que no valoré ese gesto, y como siempre, uno lo disfruta en retroactivo. –

Año Nuevo 2006: maravillosamente distinto... Y adopté un hermano...

Road marriage movie a Victorica: octubre 2004.

Navidad 2005, cuando parecía que había llegado el definitivo...

Los mails de la profe de inglés “informándome” sobre actividades titiritescas y otras actividades coolturosas...

Salir a almorzar con Mamá, un domingo al mediodía...

Las veladas culturales –que siempre parecen cortas– con Papá y Cecilia.


*(antojos)

Escribir con lapicera de pluma –tinta azul lavable–, porque no hay como el deslizar de ella sobre el papel.

Remolonear en la cama hasta tarde, los findes de invierno –si es acompañado, aún mejor…–, pero sorprenderte madrugando para aprovechar el solcito con bufanda, guantes y gorro, tomando mate en Costanera Sur…

Comprar un lindo libro para regalar –y si te animas, dejar unas líneas escondidas en algún rincón–.

Mirar las fotos de Europa y teletransportarte a cada momento –en tiempo y espacio, y olores y gente…–, y añorar volver…

Planificar viajes, o sorprenderte haciendo alguno de improviso.

Disfrutar de un tempranillo, o de una rica cena.

Mirar por la ventanilla del colectivo, parejas de la mano.

Tomar mate amargo con alguien especial.

Sonreír sola por un recuerdo lindo.

Que él te diga hermosa mientras te mira a los ojos al hacer el amor…

Pedir comida china un viernes a la noche, para no cocinar.

Las empanadas de carne cortada a cuchillo.

Tener pila de libros sobre la mesa de tu cuarto.

Los sahumerios de jazmín, vainilla o coco.

Encontrar miel y coco en un chocolate –más si es regalado–.

Que te regalen jazmines en primavera…

Que te regalen libros dedicados –fundamentalmente por el que te lo regaló–.

Asombrarte por un mail inesperado en tu bandeja de entrada –que ya no creías que apareciera…–, o un mensajito en el celular.

Extrañar ir a la Calle de los Títeres (ni hablar de hacer algo…).

San Telmo, casi, casi más que Palermo.

Leer en un colectivo y subrayar párrafos con un lapicito negro.

Un sanguchito de salame y queso y litros y litros de granadina con soda.

Moscato, pizza y faina en Guerrin.

La presencia de Mily.

Escuchar una murga.

Visitar a mis hermanas (aunque una esté lejos…)

Llorar con una peli…

Encender la radio y que aparezca una canción inolvidable…

Llorar con un libro…

Leerle a alguien, luego de hacer el amor por horas (¡qué delicia…!)

Comer en la cantina de Juani...

Fotos de manos y pies.


*(fastidios)

Las veredas del Parque Lezama llenas de caca y pis de gato, un viernes lluvioso de invierno.

Los lunes a la mañana.

La gente mala onda y que camina lento por la calle…

Los bocinazos –a cualquier hora–.

Ir a buscar a la heladera algo que habías visto, y tenías ganas de comer, y que te hayan ganado de mano

No callarte a tiempo.

Que te prendan la luz grande cuando estas durmiendo. Que suene el teléfono cuando estás durmiendo…

Escuchar a un chiquito llorar.

Que no haya jabón cuando estas desnuda bajo la ducha –y que no haya tampoco en el botiquín–.

Empaparte cuando estás divina.

Que te pregunten “¿Todavía soltera?”, “¿Para cuando los hijos?”

Tu jefe mirándote volverte loca, y pedirte una estupidez para hacer…

Que no te venga la inspiración para el estudio…

Pisar una baldosa floja y salpicarte las medias –o los dedos en verano con sandalias–.

Caerte en la calle y que te quieran ayudar a levantarte...

Pensar en demasía sobre qué pasará mañana…

jueves, junio 01, 2006

Gracias por los libros

El chico de la librería


Hay familias que se caracterizan por ser deportistas, por fomentar la vida al aire libre, los sabados en clubes –por supuesto en familia–, entrenamientos durante la semana, etc. Hay otras casas en donde el arte esta colgado en sus paredes, la musica se escucha apenas uno traspasa la puerta de entrada, porque en esas casas hay un piano, seguro, o una guitarra, o un violín, algun gato maullando desde el fondo del jardín –o patio, da igual–, como en lo de María Julia y Juan –la casa de Juan de soltero, pero sé que en su hogar con Andrea va a ser igual...–. Y hay casas como la mía, donde por paredes hay bibliotecas, y así, también lo era en lo de mis abuelos –fundamentalmente cuando vivían en Arenales grande, con Nene–, o en lo de Sole, sobre la calle Soler…
Hay casas biblioteca. Biblo-casas. Donde Borges te saluda desde al lado de Camus que hace equilibrio para no caerse del estante, porque están muy apretaditos y más no caben… (lo cual es mentira, porque siempre hay lugar para uno más...)
Mamá dice que desde chiquitita yo me ponía a “leer”: agarraba libros, revistas, y los ojeaba hasta que sus páginas quedaban ajadas –seguro tenía uno preferido que obviamente no recuerdo–. Y ahora caigo en la cuenta de por qué, tal vez, estudio lo que estudio, pero esa es otra historia…
Me acuerdo una Navidad, que le pedí a Papá Noel, creo que siete libros, algunos todavía están conmigo, otros, lamento no saber adónde fueron a parar –y la verdad, es que me da cierta bronca…–. Los libros para mí son sagrados, literalmente, algunos, esta mas que claro que jamás saldrán de casa, a excepción de acompañarme, a mí – y sólo a mí– de viaje, vacaciones, o alguna circunstancia similar. Otros, como pueden ser los “objeto de estudio”, que tal vez no sean tan afectivos para nosotros o no nos presenten demasiado interés, consigan ser préstamos a corto plazo, a personas de extemísima confianza. Mi hermana cita a Dolina –creo–, y dice que “aquel que no devuelve un libro es un villano –aunque estoy segura de que era otra palabra, que ahora no recuerdo, ni encuentro en el diccionario (¡qué lo tiró!), pero el que sí, un estupido (sic)”…
De dónde viene tanto amor por la lectura, mas allá de que pueda ser motivado por los padres –todavía me acuerdo de mi mamá leyéndonos, sentada en el borde de la cama de alguna de nosotras tres, cuando vivíamos en la calle Piedras…– es algo tan inexplicable como adorable, pero creo que así como hay inclinaciones para el deporte o las artes o la comida, las hay, también, para la lectura, para poder apretar el switch de la imaginación y echarse a volar por tierras inhóspitas, vivir aventuras inimaginables, llorar hasta despertar al que está durmiendo al lado tuyo –como le pasaba a mi hermana–, reírte, al punto que te da vergüenza porque estás en el colectivo o en el subte, o en el tren… –porque leer en un auto ya es más incomodo, no podría decir por qué, tal vez por la falta de intimidad para sumergirte en tu mundo privado, no sé… –.
Y anteayer, había decidido ir a comprarme La consagración de la primavera, y al llegar a la librería, me empezó atendiendo un señor muy amable, y que o bien tenía mucha labia o bien era un experto en la materia, y vi, que desde no muy lejos, un chico –otro vendedor– no perdía paso –tampoco había mucho espacio–, ni línea de la conversación yo que mantenía con "mi" vendedor, y fue acercándose sigilosamente, hasta estar al lado nuestro, y no sé si fue porque me vio dudosa en pagar los ochenta y cuatro pesos que salía el libro, o porque realmente le importaba lo que estábamos desarrollando en esa conversación ajena –¿y él sentiría propia? – que se sumo a nosotros y en un pestañeo, y por la interrupción de otro cliente, que vino a saludar con un beso a “mi” vendedor, él, quedo estratégicamente ubicado en el lugar del anterior, encontrándonos depronto en una conversación académica y amena –como un líquido amniótico–.
Resultado: me hice acreedora de tres libros, por diez pesos más que la delicia que quería comprar originariamente, y de una duda sobre el acercamiento de este velador de libros –el amor a la lectura que se desgranaba de sus palabras al hablar de ellos era tal que me costaba pensar que sólo lo hiciera por marketing–. Antes de pagar –luego de observar como saludó afectivamente a otro cliente –como amigos de años–, y como resopló ante una adolescente –¿y extranjera? – que no se hacia entender, le agradecí, y me fui al mostrador. Mientras me iba, lo saludé desde lejos –alzando la mano derecha–, él se detuvo por un segundo, me miró, se inclinó levemente hacia adelante, y me dijo: “Después pasá y me contás qué te pareció…”