martes, abril 03, 2007

Love stories

Y te sentarás –como siempre– a esperar que el príncipe aparezca en el alféizar de tu puerta; a imaginar que truenan trompetas, o algún violín lejano sacado de la película que acaba de terminar en tu solitario televisor de domingo a la noche.
Y te preguntarás de qué depende tu soledad austera –pero aún, digna–, y no sólo no podrá ser respondido por Jarabe de Palo, sino que además descubrirás que ese asunto, es en el único en el que no se cumple la ley de que "la realidad supera a la ficción...", lo cual es lógico, porque los amores de película son amores de ficción, sin sudor matutino, maquillados para escena, sin hambre, ni obligaciones, ni rutina, y siempre con un soundtrack preciso y delicioso.
Y sacudirás la cabeza, y recordarás con una sonrisa retazos de memoria acolchada en donde la felicidad con sabor a pirulín veraniego fue casi en cinemascope, en color real, y con la configuración exacta –y hasta con Another brick in the wall , musicalizando el momento exacto en el que hacías el amor...–
Y entonces te darás cuenta de que tu historia tiene un celeste genuino por cielo, y tiene perfumes por flores, y viento en la frente, y todo sin retoques, y la comida es comestible, y las lágrimas lacrimógenas en serio, y descansarás en paz, sin saber qué viene en el cuadro siguiente....



Everybody gotta learn sometimes. Beck.