lunes, noviembre 24, 2008

De círculos y cuadrados

Todos somos los suficientemente diferentes como para que el mundo sea interesante.
Reconozco que siempre me consideré redonda (a pesar de tener un nombre que es mixto, porque tiene curvas y un vértice en la «t»), más allá de las redondeces que adornan mi superficie corpórea, hoy.
Una intuición creció en mí y albergó una idea de que lo sensible era redondo y de que las palabras con pronunciación fricativa o con ciertas letras en su haber estaban armadas por lineas rectas.
Hoy soy un interrogante, como siempre, y me borro la felicidad y la calma para cuestionarme si entro en un cuadrado, si un cuadrado entra en mí, si continúo siendo redonda, si alguna vez lo fui. Y tal vez, se me pasa la vida.
Y así, sin más, me encuentro en una reunión, o simplemente transitando en un auto, con familiares, volviendo de algún lugar no-lugar como los de Augé, y se produce una caída como la de las de las películas –en donde los protagonistas vienen de otro momento histórico y caen de «la nave» a una carro con heno...– y me veo escuchando algo acerca de la situación política del país, y ahí nomás, me doy cuenta de que me embargó la ajenidad, y creo que mi mundo es solo lo que pasa en mi cabeza.
Y me ahogo. Sí, me ahogo de no tener nada que escribir más que mis huecos disfrazados de poesía, mi santa queja cotidiana, de mi tedio eterno en referencia a todo. Y me aburro, me aburro de solo mirarme el ombligo, de olvidarme de observar lo que me rodea y clama mi presencia.
Y aunque últimamente solo viajo en subte y en el 132 que siempre está lleno –al menos, a la ida–, tengo ganas de un cambio de hábito, de una carcajada duradera, de que los que me lean no piensen que es más de lo mismo, pero que, fundamentalmente, yo esté segura de lo que me llena adentro y nadie lo sabe; ni que me avergüence por lo que siento y pienso, aunque no sea compartido.

Y mis ojos frágiles, en este instante regalan migajas de luz.


martes, noviembre 04, 2008

Irrefrenable

Beso que galopa
desbocado
embobado
a un encuentro
de salivas
alientos
desgarros
curvas imposibles
(como si de lo posible se hablara demasiado)
y ojos abiertos
como ventanas de verano
esperando placidamente
una bocanada de aire
que calmara el calor que fluye desde dentro
de las entrañas
extrañas
que hablan por sí solas.

Y digo cosas con mi cuerpo
y grito literal
y amadamente
y acaricio las espirales que
tu bello vello
mezclado con el sudor apasionado
dibuja en tu piel.

Y me reconforta saberte pleno
como si la felicidad se tratara de eso.


Una mujer desnuda y en lo oscuro. Joan Manuel Serrat




Sinceramente tuyo. Joan Manuel Serrat