sábado, mayo 26, 2007

No confundir gordura con hinchazón…



Es la madrugada de un sábado luego de un viernes feriado que nos recuerda –con o sin escarapelas– el primer gobierno (patrio)… El próximo sábado ya voy a ser dueña de mi propio gobierno. A partir de junio (o sea del viernes por venir… porvenir…), nada va a volver a ser como hasta ahora en mi vida laboral. Hoy la incertidumbre tiene sabor a dulce, como los resabios de chocolate de mis comisuras…
Y estoy frotando mis neuronas con fruición, tratando de sacarles chispas de inspiración e ideas que me respondan a ver cómo le digo a un autor que su libro es un diamante en bruto (risas), y cómo haré para editar dos libros muy diferentes, en un lapso de tiempo muy ridículo (quince días y un mes, a lo sumo…); y cómo haré para rendir al menos un final en la fecha de julio, y tener vida social, y, y , y …
No tengo tiempo para respuestas –ni quiero insumirlo en preguntas–, prefiero ver la luna, y disfrutar de un cedé maravillosamente regalado, que casualmente me recuerda a mi hermana, a kilómetros de distancia.
La inspiración no está de mi lado, sin embargo, soy feliz…

El viejo. La vela puerca.

martes, mayo 15, 2007

Diga 33

Y se cumplió un año. Este espacio, mío, único que me llevó a confiar aún más en mí, a conocer gente que también creyó en mí, y así sucesivamente, cumplió un año. Una tortita chiquita, como un alfajor, con una sola velita que soplo…, ¡feliz cumple malas palabras!...



Mi ausencia no fue casual…, para los que me conocen en carne y hueso, para los que comparten mi cotidiano tiempo (aunque más no sea por diálogo virtual) fue una ausencia con aviso, tácita a través de conversaciones previas.

Y cambió mi vida. De golpe. (Aunque el cambio estaba gestándose tiempo antes, al menos desde mis vacaciones…)

Durante veintidós días maravillosos me descubrí: pude ver mi nombre repetido en otras personas, y a partir de allí encontrarme diferente, única. Hallé mi vocación, y brillé –en palabras de otros– en sonrisas de agua mineral, y pañuelos de colores, e información bibliográfica… Y amé más la poesía, y un pasillo largo y blanco, en donde no cerraba el paraguas en los breves espacios al descubierto. Me volví asidua a los alfajores, y a los cafés a las seis de la tarde, y a las dos y cuarto, y a las pastillitas de menta, y a los cigarrillos a escondidas, como cuando iba al colegio, y no se podía fumar con el uniforme… Y fui divertida, y querida un breve lapso de tiempo. Y me regalaron un libro sobre otra de mis vocaciones, y me alabaron, y me piropearon. Y no dejé de sonreír.



En el día trece, casualmente, fui sorprendida por un cd proveniente de la otra orilla, y por un hado padrino que se convirtió en mi catapultador oficial hacia la seguridad. Ambos, sumados a algún mensaje de texto y visita –o intento de ella, en otro caso– me hicieron dar cuenta de que a veces el mundo no es tan virtual, ni tan absurdamente egoísta. Y continué sonriendo por otros nueve días más…



Durante los siguientes nueve días, se afianzaron mi personalidad, y algunos vínculos. Pronto me transformé en mamá gallina nuevamente, tomé café al whisky en horario laboral, me encontré con gente de otros contextos, y con una prima, y un sobrino. Y me compré libros.
Y no dejé de sonreír con mis treinta y tres de mano, pero que para todos semejaba veinticinco ( y no por una cuestión de mal juego)...

Y el siete de mayo, Mark Knopfler y la locutora nos dijeron adiós, por última vez al dar las diez de la noche. No llovía, y yo, como todos esos días, pero con melancolía, sonreía…







Todos los días, un poco.León Gieco.

domingo, mayo 06, 2007

Viva

Estoy bien. No se preocupen, faltan sólo dos días y ya estaré de vuelta con ustesdes, para contarles qué fue de mi vida.