miércoles, marzo 26, 2008

Piel de gallina

Hace un tiempo que no me detengo a escribir un texto comprometido, unas letras que traspasen mi metro cuadrado, que me interpelen la conciencia. Y de a poco, miro un poco más allá y me pregunto, luego de un lunes que hacía un par de años no tenía, qué pasará en este mundo loco que se empeña en bañarse de sangre y violencia, de vestirse de guerra, de hambre y egoísmos. Y lamentable y tristemente no encuentro respuesta a ello, los discursos se me tornan aburridos y poco sinceros, con amplia cantidad de demagogia y mentira con ojos bien abiertos.
Pienso en los chicos con hambre, invadidos de droga y desesperanza, sumidos en una marginalidad de la que no tienen escapatoria, ni posibilidad de reinserción alguna; pienso en los ojos tristes y desesperados de tantos padres sin trabajo, mutilados en su dignidad, con perspectivas corrompidas por la realidad de la que todos somos responsables, si no culpables, y hasta mis palabras las presiento vacuas, vanas, huecas, deformes, y me pregunto dónde está el futuro.
Y cuando la convocatoria es masiva, cuando los ideales brotan como flores, la piel se me pone de gallina y vuelvo a cuestionarme, una vez más, si tendrá sentido eso, si el mundo sigue igual…


La memoria. León Gieco

martes, marzo 25, 2008

Melaza

Su piel blanca estaba sobre la cama. Y él, a su lado.

Las sábanas se elevaban cada vez que respiraba, mientras que sus ojos verdes y cerrados daban cuenta acerca de la visita de Morfeo, sus manos se deslizaban como radares siguiendo los movimientos de él.

Y él estaba a su lado, vigía silencioso y enamorado, no descuidaba ni uno de sus respiros ni de sus latidos acompasados (según él le había dicho, su ritmo era perfecto). La observaba casi como esperando que despertara y, al mismo tiempo, evitaba oscilaciones que pudieran despertar a su princesa de vaya a saber qué sueños dulces.

Ella le contó que una vez que se durmió a su lado, se despertó con su propia risa sin recordar sueño alguno, pero al encontrarlo entre sus brazos, supo la razón de semejante gozo.

* * *

Tenía los ojos tristes, esas ráfagas de sol que tenía para mirar la vida como un nene estaban empañadas, y ella, con la garganta llena de angustia, no sabía cómo hacer para desterrarle el dolor. Solo era una jaqueca, un esbozo de cansancio, pero a ella –como siempre– el mundo se le deshizo en un instante como una torre de naipes: su alma estaba frágil, su fortaleza estaba débil. Lo abrazó, lo contuvo en el hueco de su pecho, y se sintió grande en su pequeñez física…

* * *

Sus ojos hablaban de amor, sus manos irradiaban más que las caricias que decían, y ninguno comprendía el significado mismo de esa realidad que había superado las barreras del tiempo y de sus historias llenas de moretones.

Una nueva dimensión circulaba entre ellos, eran artífices de una conexión extraordinaria, de gestos insospechadamente poéticos, donde a escasos espacios de lugar y tiempo, las palabras de uno, el otro repetía.

Y así era: el sabor dulce de la melaza estaba presente cada vez que estaban juntos, en cada beso refulgía el efecto residual de sus ojos…





Ángel y demonio. Juan Carlos Baglietto.


miércoles, marzo 12, 2008

Predicado (para estar más liviana)




Sentir predecible la piel me llena de un temor a erradicar...

... sentir predecible el aliento me atormenta los ojos...



(que se pasen el cansancio, la pre-gripe, mi maldita inseguridad y los
boicots...
... quiero ser simple como vos...)



Pluma. Lisandro Aristimuño

viernes, marzo 07, 2008

Eclipse

Las palabras se quedan quietas cuando los ojos miel se hacen anchos, y al instante siguiente, rayitas horizontales...
La piel se eriza y se cubre de gotas que refulgen y reflejan nuestras sombras que ella misma estremece y la fragmenta en celulas sensibles al roce...
Tu boca en flor se abre a los besos que mi lengua inventa en el deseo que nos cubre...
Tus manos, pájaros de verano, me invaden de cosquillas en cada fibra latiente de mi cuerpo...
Y en el instante mismo del gozo, donde se pierde el sentido mismo, cobra valor el amor que nos tenemos...Color del texto


Era uma vez. Toquinho & Sandy