domingo, agosto 27, 2006

Te la debía

A Oliverio, con total amistad

Me bajé del auto y pensé que por nada en particular –te lo juro, aunque a ésta altura ya sé con cierto escalofrío que me conocés casi como un gajo de mandarina a su cáscara, a su hollejo…, hacés unas asociaciones libres tan acertadas, que a esta altura de la madrugada me molestan por lo certeras, por lo atinadas, justas…–, pero con entusiasmo y ganas quería decirte esto.
Y me cansa mucho justificar cada gesto, vocablo, y que me mandes a que analice lo que apenas conocés con una agudeza que me espanta, me molesta porque si bien es sano, es complejo, hay una conexión que nos lleva a recordar que “me” debías una canción (y yo que pensaba que no te acordabas de nada…, bueno, está bien, lo reconozco: mis inseguridades de bolsillo, de papel metalizado, del berreta), o a olvidar preguntarte por un cantante que nombraste hace poco, o a que el reloj se coma las horas de manera inverosímil, y las preguntas queden en el cajón del tal vez o el nunca… Me encantó reconocerme en un nosotros espiritual. Sin embargo, a pesar del once de marzo, me tranquilizó tu elección en pos de escorpio, ojos de hombre cansado y feliz.
A veces hay almas que son mariposas de un día: rozan apenas la vida, pero la embellecen. Y en eso estoy, tratando de descubrirlo, yo el icono de la muñeca americana por excelencia, y aquí me hallo, contándote que espero un búfalo –o un ternero sin destetar (risas y aplausos de tu parte) – y un trabajo que me aproxime a una pseudo felicidad, y mientras tanto te dejo en tu ensayo de mañanas tempranas…


No existe el caracol, sólo que ni Ana ni yo dormimos en este instante…

2 comentarios:

  1. ... tal vez mañana despiertes sobre el mar.

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  2. Nunca se sabe..., me dijeron que mis ojos eran de mar, justmente este fin de semana... -definitivamente ud. es un visionario-.
    Estoy abierta a todo: mis brazos estirados, el pecho abierto al aire..., que la vida me sorprenda... (o yo, a ella)

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Sin caer en la tentación de ser pedante, descubro que la polifonía y la hipertextualidad me han hecho más rica.
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