lunes, octubre 16, 2006

Noche de sábado celeste y con un poncho

Hay noches que se presentan así, sin importar si hay verbos o no, porque vas a ejecutarla llena de besos de tu sobrino, que se te colgó dos horas del pelo y no tuvo intención de dejar de besarte mientras hablabas una hora y media o dos por teléfono, como si presintiera algo en torno a eso
Y después seguís viaje, luego de infinitos mensajes de textos que fueron y vinieron, se perdieron en el camino y volvieron respuestas horas después, a encontrarte con alguna persona del taller literario, en un encuentro –al que por suerte llegaste tarde– que distaba de ser poético…
Y después vino la parrilla y el mozo baboso, y un par de –¡horror, no debías!– puchos en la esquina, y de ahí a beber y a reírte “por efectos”, y charlar con una ¿futura amiga?, y revalidar un sábado que parecía que iba a ser penoso, o lleno de lágrimas, y volver a casa cansada y con el pecho lleno de risas, alcohol y charla distendida.
(Y esa noche te fuiste a la cama sin llorar)

4 comentarios:

  1. Me alegro mucho por tu noche, pero los puchos... no debias!.

    Cuidate, mucho.

    Besos.

    Tq

    ResponderBorrar
  2. los puchos ya serán desterrados para siempre (¡y por siempre jamás!)

    ResponderBorrar
  3. Hay que tratar de tener la mayor cantidad posible de esas noches y menos de las que se va uno a la cama a llorar...yo también pude volver a dejar de fumar...creo

    ResponderBorrar

Sin caer en la tentación de ser pedante, descubro que la polifonía y la hipertextualidad me han hecho más rica.
Deje su mensaje luego del beep. Vuelva cuando quiera.
Beep.