sábado, diciembre 30, 2006

martes, diciembre 26, 2006

Seven

(Ésta es la séptima consigna del taller, que a próposito, les comento que ya terminó por este año, y era la de crear un personaje a partir de un trabajo grupal)
Si supiera de Plutón
Al Profesor Jaimovich, 10 años después
Un día no vino más. Bah, una noche. Venía de noche. El profesor Jaimovich era un ser extraordinario. Teníamos un acuerdo tácito: no más preguntas. Él me daba una lista con los libros que necesitaba, que buscaba, y yo se los llevaba hacia el sector del fondo, donde se sentaba siempre. Nunca varió de asiento. Ni de actitud. Monosilábico.
Estuvimos en contacto durante un periodo de dos o tres años. (¿O fueron cuatro?). Durante ese tiempo, tampoco recuerdo haberlo visto tratar a alguien. A excepción de un gesto que no falló en ninguna ocasión: rascarle la panza a Petra, la gata de la biblio. O sí, ahora que recuerdo hubo: cuando tuvo cría, ella, no él, y cuando pasó una temporada afuera. Él, no ella… Ah, por supuesto, y cuando el profesor dejó de venir.
Traía el listado de los libros escrito en papel de fiambre, que yo sabía, sin mencionárselo nunca, que era el envoltorio de los sándwiches del buffet. Eran teorías relativas con migas, o astronomía comparada con restos de salame, y así. Silencio tácito. Desenfado condimentado con mayonesa en la comisura de los labios.
En referencia a los libros que el profesor solicitaba podría haber escrito tres tesis completas para mi carrera. La exhaustividad de las referencias, los detalles de las solicitudes, la parsimonia de la escritura eran profesionales, predestinadas. Parecían cartas de amor. Eran dedicadas. Dedicatorias. Se tomaba el tiempo para hacer los pedidos. Y también para recibirlos. Jamás me apuró, ni a Noelia, la bibliotecaria de la mañana, con la que nos cruzábamos notas (muchas veces advertencias sobre malos humores de docentes y alumnos, por no encontrar el material requerido) o algún gesto-comentario en referencia al día a día, sin embargo en el tiempo en el que estuve a cargo del turno vespertino y al que concurría el profesor, nunca hubo ni una queja de su parte. Y eso que era una eminencia. Y eso que sus listados eran mapas complejos. Nunca supe bien qué buscaba. Un tesoro. Una verdad absoluta. Un mito o leyenda. Pero en eso se transformó él.
Según dicen los que dicen, buscaba vida más allá.


Más allá de este planeta, de este sistema solar. Y los libros que buscaba versaban sobre eso. A pesar de ser profesor de física, buscaba una trascendencia a la materia y a la energía. Buscaba vida.
Y si bien fue una presencia invisible en este recinto (no así dentro de la facultad, ni para los profesores detractores, ni para los alumnos zalameros) dejó una huella imborrable en este espacio. Los últimos libros nunca los vino a buscar, y en su silla del fondo nadie ocupó su lugar. Sólo Petra. Y alguna miga del bar…



lunes, diciembre 25, 2006

Hohohoho



No creo que haya mucho que agregar. Sólo que sean felices, coman perdices (o lo que les guste comer), lo pasen tan lindo como yo pasé mi Nochebuena, sonrían, no se embriaguen...

(Aprovecho para saludarlos por el Verano molesto recién comenzado...)

Miles, y miles de abrazos, y mi cariño y buenos deseos de siempre (fundamentalmente para los que quiero y se lo merecen...)




Ya se van los pastores. Ismael Serrano

viernes, diciembre 22, 2006

Ésta soy yo

Soy mucho más que un deíctico.

Soy fresias y jazmines (más regalados, que autocomprados).

Soy mezcla de músicas, y libros y olores y sabores.

Soy libros que me hicieron adicta a la lectura, condicionada genéticamente por mis padres.
Soy nuez moscada, pinot noire, tempranillo, pimienta en grano, mantecosa rucula, frutillas con crema, chocolate semiamargo, bebida tónica, tes saborizados, comida étnica, y más… (serás lo que comas).
Soy plateado, mucho más que dorado.
Soy verde, turquesa, azul, más que rojo, y marrón más que negro. Soy blanco en verano.
Soy títeres, y autofoto (me encanta salir en ellas), y lapicera de tinta, y arte y arte, y arte.
Soy teatro, a veces más que cine.
Soy películas, y novelas.
Soy compromiso más que desidia, y apego más que lejanía.
Soy abrazo, beso, caricia.
Soy helado de cremas durante todo el año.
Soy chocolate blanco, y café en la madrugada.
Soy anteojos, y fiaca, y noche más que día.
Soy horizontal más que vertical (lo cual define tantas cosas).
Soy escuchar más que ir a bailar.
Soy amante de los dibujos (¿influencia de mi abuelo paterno?), soy miopía y ojos de cielo.
Soy un cielo de pecas y a lunares, según me han definido.
Soy peque y pocket, según me han nombrado.
Soy exámenes no dados, certificados no buscados, y sin embargo soy de bancarme lo insoportable, y de viajar por Europa un mes sola –extrañamente sin extrañar–.
Soy cedes viejos, papeles viejos, postales viejas… (coleccionista nata)
Soy pelo negro, rojo, rubio estridente, bordeaux, castaño café, negro violeta, y ceniza natural...
Soy pelo a la mitad de la espalda, y cortito cortito...
Soy bermuda y ojotas en las noches patagónicas. Y perros, tal vez más que gatos.
Soy poco gimnasio (y ahora, tal vez, me arrepiento).
Y soy mamá Noel, y mamá gallina.
Y buena pronunciación, y facilidad para los idiomas.
Amo las sandalias.
Soy una caja naranja de recuerdos, envuelta en un papel turquesa (mi color de aura, aunque a vos no te guste).
Soy una planta de jazmin caminando por Callao para regalar en la Navidad de 2004, y que fuera simplemente encargada al jardinero del edificio, y olvidada por vos...
Soy menta mezclada con chocolate, y el perfume y el sabor del coco y las especias.

Soy tía de Agus, hija de Luis y Liliana, hermana de Eleonora y Regina, cuñada de Matías y Javier, nieta de Mily y Nono, y Mami Toy y Papi, ahijada de Nemo e Irene, prima de..., amiga de Lore, Lau, Lusho, Gas, Mou, Fer, Juli, y ..., y ..., y ...

Y soy y soy, y soy...








(Soy Madonna, para muchos, allá por los noventa...)

Obviamente mucho más que un deíctico.

domingo, diciembre 17, 2006

La puta que vale la pena estar viva....


(Este blog hasta el 21 está cerrado por estudio, shhh shhh shhh shhh hs...., pero su autora está contenta, no sé si por la lluvia, los amigos, la vida, o una conjunción de todo, por eso, los deja con dos amigos por un ratito...)

Un hombre espera en el desierto. Ismael Serrano

(Gracias macanudo amigo Liniers..., y poetísimo amigo de la hostia Isma...)






martes, diciembre 12, 2006

La (dis)continuidad de los parques


Cerraron nuestra plaza. El último bastión que contenía nuestros besos tímidos, mis primeras lágrimas. Esa que estaba a pasos de nuestro primer café con leche, esa que, según vos, era mirada desde la pizzería de enfrente, mientras nosotros desafiábamos las leyes de gravedad y las normas de convivencia y buenas costumbres…
Hoy pasé con el colectivo y estaba toda prolijamente cerrada, alambrada, no sé si para plantar nuevos pastos, o flores, o para limpiarla. Pero me niego a que borren nuestros besos, nuestros recuerdos, nuestras caricias, nuestros susurros y abrazos.
Tal vez, ahora sí, florezca un nuevo amor.


This used to be my playground.Madonna


lunes, diciembre 11, 2006

Seis al seis (tachame la doble)

(Éste, tal cual nació, fue el ejercicio 6 del taller. Luego, reescrito y adaptado, fue uno de los que leí en la Degustación)


Aguas de Marzo



“…sao as aguas de marco fechando o verao
é a promessa de vida no teu coracao…”
Aguas de março. Tom Jobim



No quiero ser más un folio explicativo. Tengo la boca con fiebre, la historia cansada y una montaña rusa dentro de mi estomago. Estoy por dar el gran paso, el salto hacia algo nuevo, y me siento cubierta por una masa acuosa que, inexorablemente, me transporta a las clases de natación que tomábamos con mis hermanas hacia fines de los ochenta (¿o era a principios de los noventa?). Y papá con su traje impecable y su portafolio, esperándonos para volver a casa…
Ésta no puedo ser yo, si todavía parece que fue ayer cuando Ale y yo nos besamos, y descubrimos nuestros cuerpos de manera jadeante y suave…
¿Qué va a pasarme ahora?
Miro mis pies: mis sandalias son color peltre. Y de forma inmediata viajo a la foto que dejó olvidada Fernando en el libro de vanguardias: un charquito de peltre con florcitas ahogadas, y ramas. Tengo los pies hinchados: empanadas. ¡Pobre, mi hermana!: heredó los pies de mi abuela materna. Menuda herencia. Sin embargo, es feliz. Me alegra. En cambio, los míos van a volver a ser fotogénicos… Y vuelvo a Ale, ese invierno en que plasmó nuestros pies desnudos amándose, entrelazados. Ale. Suspiro y pestañeo. Mi amor.
Quiebro la postura, y trato de acomodarme. Me duele el cuello. ¡Uf! Las dos Mónicas… ¿qué habrá sido de sus vidas? Tarde de primavera densa del Microcentro, y nosotras encerradas en un departamento para terminar un parcial domiciliario, el que no pude ir a entregar porque la contractura de espalda me impedía, casi, respirar. Eso me pasaba con los exámenes orales y mis inseguridades. Y durante toda mi relación con Uriel. Ahora respiro calma…
Toco instintivamente mi vientre abultado, lleno de vida, colmado de mi amor por Ale…
Ale. Ale bicicleta violeta. Ale fotografía. Ale palabras de paz. Ale budista. Ale incondicional… Miro el reloj. Lo miro a él, que no para de sonreírme, como la primera vez, tímido, cruzando Córdoba, a mano izquierda.
¡Soy tan feliz, a pesar del miedo y la responsabilidad inevitables que nos esperan! Somos felices. ¿Qué estará pensando él?, ¿y nuestro hijo por nacer? Siempre intenté recordar desde cuándo empecé a pensar, o a darme cuenta de que yo era, existía. No lo sé. Tengo imágenes difusas: la casa del patio grande (que hoy debe ser pequeño, porque los recuerdos siempre vienen fallados desde fábrica), o el caramelo en el inodoro, que rescatamos con mi hermana, enjuagamos y luego deglutimos sin consecuencias ni lavajes de estomago. No lo sé. Sólo espero que nuestro hijo nos recuerde, cantando El reparador de sueños ahogados de alegría, llanto y canto desde el momento mismo en que supimos de su visita, o en las palabras de Ale, que se quedó, ocho de los nueve meses, dormido sobre mi panza elastizada, o a mí enseñándole mapuche, o a nuestros baños de a tres, porque el agua es el ambiente natural. Su padre es de Piscis, y él o ella, también lo será. Es marzo. Tengo los pies hinchados…

* * *

Tom y Elis silban desde algún cielo musicalizado. Me acompañan en mi tránsito hacia el pujo. Ale seca mi transpiración y mis miedos. Es marzo…“…Son las aguas de marzo cerrando el verano. La promesa de vida en tu corazón…”





Aguas de março. Elis Regina & Tom Jobim

viernes, diciembre 08, 2006

lunes, diciembre 04, 2006

Crónica de una noche muy anunciada

Me tomé unos días para escribir, algo que pretendía ser una crónica de lo que sintió mi corazón, mezclada con agradecimiento a los que fueron (y a los que no fueron, pero estuvieron ahí, haciéndomelo saber, de una manera u otra).
Lamentablemente con el correr de los días, las aguas se aquietan, la energía se agolpa en otros lares (a veces bueno, y a veces no…), y el texto que tendría que haber sido escrito el viernes, no es el mismo que hoy…, pero me estoy desviando del objetivo original…
Veamos…

Fue una noche plateada, blanca, con matices claros, luminosos (tal vez porque así estaba yo, interna y externamente). Llegué al Taller corriendo: el pequeño reloj suizo había decidido justo ese día comenzar a atrasar, hecho que con poquito fastidio me perfumó ya que había calculado el tiempo para llegar ¡a tiempo!, y encima al ir hacia la parada descubrí que me había olvidado de poner los aros…. En fin, cosas que pasan. Ya me esperaban Fernando, sentado con unas amigas en una mesa, Juli (que me había smsajeado en camino), Papá, con Popi atrás. Entramos y los hice acomodar en una mesa, mientras iba al encuentro de Sebas, y de los chicos del taller, vi que en una mesita estaban Lu y Cami. Y después de idas y vueltas con respecto al horario de mi lectura, quedamos en el horario primigenio: 20:15 (que se hicieron 20:35 aproximadamente). Una mesa se desocupó al lado de Lu y Cami y los senté allí a todos, junto con Blanca y su amiga Raquel (¡qué paradoja!) y Jose, que para eso ya estaba sentadita en la mesa original con Conti, Nacho y los primeros en llegar. Finalmente, y antes de que subiera a leer, llegaron Juan (con Lore, minutos después), Mou, y Gas (y encontré una (¡lástima!) llamada perdida por ahí de Mati L.). Respiré tranquila…
Y empezó el vermouth. Y estuvo bien.
Acto seguido invitaron a degustar la entrada. Y ahí subimos Carla, Luis y yo. Y nos aplaudieron, y nos fotografiaron, y sonreí satisfecha, y carcajearon con mis textos (los escuché con el alma y los oídos). Y cuando bajé, me sorprendieron Misses Mónica de middle level (como la llamaba yo) con un ramo de liliums amarillas y un “Felicitaciones”, y la frase emotiva y linda de Fernando, y el orgulloso abrazo de Papá, y el comentario de Julia, y la grabación y las fotos de Gas, y el amor de todos. Me colgué charlando con mis invitados al disfrute, y recabé pocos datos…, pero fui feliz…, y no paré de sonreír en toda la noche (me sonrisa no se borraba ni con borratinta, ni goma, ni liquid, ni lavandina, ni alcohol, ni nada…). Me sentí abrazada, escuchada, una estrellita en un cielo de gente que venía a vernos. Me senté junto a los que quedaban, para seguir con los platos, el postre y el café…

Y esa noche me dormí con ganas, exhausta por la tensión, la cerveza y la contentura.


Hallelujah. Jeff Buckley

...

sábado, diciembre 02, 2006

Un gran abrazo para todos

(se viene, se viene..., pero mientras tanto...)
Cosas locas pasan en nuestra ciudad de alientos amables...: guerras de almohadas, corazones pintados, estudios abiertos en palacios de correos..., budismo intergaláctico, y ahora también, abrazos gigantes...
La idea no me parece mala (y los que me conocen saben que soy abrazadora -con "zeta"-), un tanto extraña, pero generosa para con el triste, y el que se siente solo...
El encuentro, hoy a las 18 horas (generoso recurso, teniendo en cuenta las altas temperaturas que nos rodean, y hablando de clima, se suspende por lluvia, para el domingo 3, si eso pasara...), en el Rosedal...
Un abrazo...