domingo, mayo 14, 2006

Cobardia (I will survive)

Te despertáste como siempre, con esa sensación de cuerpo apaleado-apolillado... Los ojos pegoteados y nublados no te dejaban ver bien... El sol entraba por la ventana y te provocaba ahogo, te asfixiaba -hombre de la noche-, no querías, ni podías levantarte... Estirabas las manos, tratabas de focalizar la mirada hacía algún punto, pero nada pasaba. El zoom, no te funcionaba.
Decidiste levantarte, prendiste la radio, y las putas noticias decían lo mismo de siempre, nada nuevo, nada viejo...

Fuíste al baño, prendiste la luz, te miraste al espejo, ¡qué cara pibe! parecía decirte alguien. afuera y adentro de ese recinto azulejado... Tenías que comprar dentifríco, papel higiénico y desodorante de ambiente. Eso que le reprochabas a tu vieja, cuando todavía vivías alli, ¿para qué carajo existe el desodorante de ambientes? Purificador de ambientes le decían algunos... Tal vez en este momento de tu vida necesitabas un cambio, o una evasión de la realidad, y lo que antes te había parecido una vejación a tu rebeldía, ahora lo necesitabas como el aire, literalamente, para escapar de la realidad, del mundo de la "mierda"... ¿Te acordás que vergüenza te daba cuando tu mamá te decía: "Martín, tirá desodorante de ambiente", adelante de tus amigos? Abriste la canilla de agua caliente de la ducha, y saliste del baño.
Prendiste el primer cigarillo, de los cuarenta aproximadamente que te fuambas por día. y aprovechaste el fosforo para encender la hornalla, y poner la pava. De a poco tus ojos comenzaban a percibir algo. Puteaste, era tarde. Te diste la ducha, y coordinaste todo tan bien que cuando saliste de ella, tan atontado como estabas, el agua de la pava silbaba como un tren: había hervido. Volviste a insultar contra quien lo mereciera, y te despediste de la idea de tomar un mate. En fín...

Saliste apurado, con el mal humor característico tuyo, y bajaste al subte, a esa masa informe, de cuerpos muchas veces malolientes, y te vino a la memoria nuevamente el "purificador de ambientes". Era tarde, te íbas a tener que bancar nuevamente la cara de culo de Rodriguez, las risitas burlonas de Rafetti, y Sola, eso buchonazos, los típicos soretes del sístema.... En lo único que pensabas en ese momento era en que querías salir de allí, y en el café que esperbas tomar en la oficina.

Pero cuando te emcontraste nuevamente con la calle, tus pies se dirigieron para el otro lado... la teoría del circulo, pensáste, te alejabas para acercarte cada vez más....... Y no podías dejar de caminar, hacía dónde, no lo sabías. Pero lejos de Sola, Rodriguez y Rafetti, del desodorante de ambientes y del papel higiénico y el dentifríco.

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Sin caer en la tentación de ser pedante, descubro que la polifonía y la hipertextualidad me han hecho más rica.
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